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CONMEMORACIÓN

Hace 40 años muerte de ‘Ceja’

Fausto –Ceja- Rodríguez, murió trágicamente a la edad de 25 años.

Fausto –Ceja- Rodríguez, murió trágicamente a la edad de 25 años.

Cuatro décadas han pasado desde aquel día que vistió de luto y dolor al pueblo dominicano con la muerte trágica de uno de sus hijos más queridos, el boxeador Fausto –Ceja- Rodríguez, quien un día como hoy hubiese cumplido 65 años y las incógnitas sobre su efervescente carrera, de seguro, sería un tema de análisis y discusión.

“Cunino”, como le llamaron sus amigos más cercanos en su sector natal de San Carlos, donde se crió frente a la escuela Chile, murió en la flor de la juventud, apenas con 25 años, cuando en una tarde lluviosa, de regreso de la playa de Boca Chica, perdió la vida junto a su esposa Bertha y su pequeño hijo Fausto Jr.; en un accidente automovilístico, solo sobrevivió la pequeña “Rosita” de meses de nacida, aquel 14 de agosto de 1977.

“Siempre recuerdo a Ceja, a veces prefiero callar cuando veo algunos aspectos del boxeador de hoy, para esa época los boxeadores no jugaban, se boxeaba de verdad, y Ceja, aunque era un hombre joven tomó este deporte muy en serio y por ello tuvo frutos que pocos hubiesen podido alcanzar, porque el se sacrificaba con su preparación, y no miraba las cosas que le podían hacer daño ni social ni pecuniaria; era un hombre consagrado a su trabajo, que era el ring”, recuerda Horacio Bakemón Rodríguez, su hermano mayor, quien fuera su amigo y manejador.

Terror del ring Su carrera fue fugaz como su vida, pero de 1972 a 1977, tan solo en cinco años, Ceja impuso la potencia de sus puños y luego de mantenerse invicto en sus primeras 6 salidas, todas por nocaut, su fama de noqueador empieza a regarse como pólvora y los rivales a escasearse.

De tal modo, que siendo aún un novato, el 14 de agosto de 1974 (exactamente tres años antes de su muerte) se midió al gran estilista santiagués Darío Hidalgo, rey absoluto de los welters, pero contra todos los pronósticos y para que no quedara dudas, cerró el pleito tirando a la lona al hasta entonces campeón y arrebatándole la corona. El Palacio de los Deportes recibió uno de sus primeros “lleno”, abarrotado, computándose cerca de 10 mil taquillas pagadas.

“Ceja se robó el corazón de la gente, era una fábrica de taquillas, esa pelea tiene el récord de entradas pagando en el boxeo local”, asegura Bakemón.

La Maravilla Dominicana De igual manera se convirtió en un ídolo en Puerto Rico, donde el mote de “Ceja” le fue cambiado por el de “La Maravilla Dominicana”. En Borinquen encontró una segunda casa, con una plaza a su medida, aunque vio caer su invicto ante el norteamericano Alvin Anderson y una dolorosa decisión localista en su contra y a favor del local Nick Ortiz, en 1975. Sin embargo, el dominicano sabía reponerse y en poco tiempo ya era más fuerte sobrepasando a sus conquistadores, saliendo airoso en el Madison Square Garden y entrando al ranking del mundo reclamándole un chance a Pipino Cuevas o a Carlos Palomino.

“Ceja no ha sido superado todavía por ningún boxeador ni atletas de otras disciplinas en lo que a popularidad respecta, también en pegada habría que revisar, pero ha sido uno de los grandes noqueadores de todos los tiempos. Si quiero ser claro, no creo que pudiera con esos mexicanos, él no iba a llegar a campeón del mundo, no le ganaba a Pipino porque pegaba más que él, y Palomino era completo, hacía de todo un poco; después que ellos perdieron fue peor porque llegaron los Sugar Ray Leonard, Thomas Hearns, Roberto Durán, Wilfredo Benítez y su chance era menos todavía”, consideró el hoy promotor César “Mangu¨ita” Mercedes.

La música y los niños Fausto “Ceja”, como le llamaban los expertos en la materia de ring de la época, siempre destacaron la caballerosidad y el respeto que adornaban al peleador de San Carlos.

“Maduró rápido, una vez alguien lo criticó rudamente en la radio, se le fue la mano a ese periodista… Ceja se vistió de traje y corbata y me pidió que lo acompañara al restaurant Lucky Seven, donde ese comentarista hacía un programa al medio día; cuando llegamos lo saludó y le entregó una corbata, gemelos para la camisa y un ramo de flores para que le llevara a su esposa… y le dijo: “Míreme como estoy, yo gané mi pelea, pero respeto sus palabras. Solo espero tener mejor suerte con usted para mi próximo compromiso”.

“Fausto no era controversial, no discutía con la prensa ni con nadie; a veces se escondía para que los fanáticos no lo vieran tanto, no le gustaba estar mostrándose donde quiera… Si le gustaba bailar en los círculos familiares y de sus amigos, y los días de los Santos Reyes, traía cajas llenas, repletas de juguetes para repartirles a los niños del barrio… Era un loco con los muchachos, le encantaban los niños”, lo describe Horacio, su hermano que nunca olvida al campeón.

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