REFLEXIONES DEL DIRECTOR

La primera “muerte” del autor de “La cámara la vio así”

Cuando el periódico publicó en portada la noticia de su fallecimiento, a pocos días de sufrir graves heridas en un accidente vehicular, una ráfaga de tristeza atravesó los corazones de millares de dominicanos.

Especialmente de aquellos que, inmancablemente, buscaban con fruición la foto del día de una joven esbelta y elegante en traje de baño, bajo el epígrafe “La cámara la vio así”.

De tan popular que era la sección, la gente solía llamarla con cierto gracejo “el editorial” del diario vespertino Ultima Hora, del cual era, como en el Listín, su editor fotográfico.

Pero, en realidad, Leopoldo Perera Acta, el artista del lente cuya nota necrológica, acompañada del necesario obituario, había sorprendido e impactado a los lectores, no había muerto.

Todo ocurrió en mayo del 1974 cuando Perera Acta entró en agonía producto de la rotura de tres costillas, fracturas múltiples en las piernas y una severa herida en el cráneo, al ser embestido su pequeño y frágil auto Daft por una imprudente violación de la luz roja cometida por el conductor de una guagua patrullera de la Policía.

El accidente ocurrió en la esquina de las avenidas Alma Mater con Pedro Henríquez Ureña. Perera Acta subía de sur a norte, con el semáforo en verde, y el vehículo policial, violando la ley, lo impactó y lo dejó casi muerto.

Llevado a la clínica Gómez Patiño, en la avenida Independencia, todos sus amigos concurrimos allí para hacerle una especie de vigilia durante los primeros días del internamiento.

Los pocos que pudimos entrar en silencio y por breves instantes a mirarlo en su lecho estábamos desesperanzados. No creíamos que viviría mucho.

En efecto, una mañana avisaron a la Redacción de Última Hora que Leopoldo estaba en las últimas.

Que estuviéramos preparados para la triste noticia.

Y antes del mediodía, una voz entrecortada y llorosa “confirmó” el fallecimiento.

El periódico, a tiempo todavía para entrar en rotativas, incluyó con pesar la despedida de la vida de su gran editor gráfico y “engagement” de “La cámara la vio así”, que por muchos años será el plato favorito de los lectores.

En la tarde, cuando ya las ediciones estaban circulando en la calle, llegó otra noticia desde la clínica contrariando la publicada:

“Leopoldo sigue vivo. Fue reanimado tras un paro cardíaco, pero ya está en etapa de recuperación”.

Era para alegrarse después del episódico estado de congoja en que caímos dos horas antes.

Una noticia que se publicó bajo la certeza de que era real, dado el cuadro de gravedad de Leopoldo, pero que nunca fue confirmada con los médicos de cabecera.

Se confió en la persona que apresuradamente quiso dar el “breaking-new” y, por cuya causa, el diario incurrió en la involuntaria difusión de una noticia inexacta, no verídica, de la cual el propio Perera Acta bromeaba a menudo.

El gran editor gráfico murió años después de su primera “muerte”.

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