REFLEXIONES DEL DIRECTOR

Un toque de sorpresa que impresionó a Balaguer

Algo espectacular había que hacer para que la ceremonia de inauguración del nuevo edificio del Listin Diario, en 1975, tuviera un sello distintivo.

Pocas semanas antes, el diario El Caribe, que era el principal competidor, había estrenado el suyo, en la avenida Jhon F. Kennedy, con toques de modernidad.

El presidente Joaquín Balaguer asistió a ese acto de El Caribe y posteriormente al del Listín, cuyo edificio también mostraba líneas arquitectónicas modernas.

Para no quedarnos atrás, formamos y adiestramos un equipo de producción ( fotográfica y de impresión) en un plan que a todas luces era una osadía.

En esa época, tomar un rollo de fotografías, revelarlas y procesarlas para insertarlas en planchas de aluminio que luego se imprimirían en las rotativas, tomaba demasiado tiempo.

Lo mismo que ensamblar las páginas de noticias, porque los procesos eran mayormente manuales.

De todos modos, nos propusimos el reto de cerrar una edición en tiempo récord, como nunca se había hecho.

Todas las páginas de la edición que tendría fecha del día siguiente estuvieron listas de antemano, aguardando únicamente la portada y la del interior que reseñaría la ceremonia inaugural.

Antonio García Valoy y otros fotógrafos esperaron la llegada de Balaguer en el lobby del edificio. Allí tomaron la foto oficial del Presidente con los principales ejecutivos del periódico.

Mientras Balaguer recorría tranquilamente algunas áreas del edificio, un episodio hizo que el tiempo medido para cada estación se demorara más de lo previsto.

Resultó que mientras el director Rafael Herrera le presentaba a cada uno de los periodistas, puestos en fila para saludarlo, al tocar mi turno le dijo a Balaguer:

-Este es el banilejo Miguel Franjul, que ha dicho hoy en una crónica que su gobierno ya agotó el presupuesto del año cuatro meses antes de finalizar.

Balaguer aclaró de inmediato que eso no era exactamente así y comenzó a ofrecer una explicación.

Ni tonto ni perezoso, pedí permiso para recoger su respuesta en mi libreta, lo que hizo demorar un poco la presentación de los que me seguían en la fila.

Tan pronto Balaguer reanudó su recorrido, velozmente prepare unos párrafos de su declaración para insertarlos en la página que contendría la reseña del acto.

Al llegar al punto final de la ruta, en la sala de rotativas, Balaguer se quedó admirado del entramado de torres de acero que ya mostraban las bovinas de papel que en pocos minutos echarían a rodar.

Los ejecutivos del diario le solicitaron que oprimiera el botón de encendido de la gigantesca máquina. Y en pocos minutos , el presidente tenía en sus manos para leer el histórico ejemplar de esa ocasión.

La foto que le habían tomado a la entrada del edificio, media hora antes , aparecía dominando la portada, junto a la noticia de la inauguración.

Y entonces Balaguer exclamó:

-“Oh, qué impresionante alarde de tecnología ustedes han hecho. Les confieso que me siento muy impresionado y que no esperaba esto. Los felicito”.

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