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Sobrepoblación a la vista

El pronosticado aumento de 2 millones 100 mil nuevos pobladores que se espera registrarán Haití y nuestro país en esta década, abre un horizonte de serios retos para ambas naciones.

En el caso de Haití, su población pasará de 11. 4 millones en la actualidad a 12.7 millones, sin que haya garantías de que pueda subsanar, antes del 2030, sus agudos problemas de abastecimiento de agua y deforestación de la mayor parte de su territorio.

Ya el conjunto de sus crisis (política, económica, ambiental y de salubridad y alimentación) ha disparado la migración legal o ilegal de miles de sus habitantes hacia distintos países, en especial el nuestro, cuya porosa frontera les permite entrar sin muchas restricciones.

La entrada masiva de haitianos a nuestro territorio ha implicado, en consecuencia, un enorme costo al asumir el Estado la gratuidad de las atenciones hospitalarias –principalmente para sus parturientas--, y la educación primaria y básica en casi todas las escuelas públicas en las que la población de inmigrantes se acrecienta cada año.

Sin capacidad para generar empleos suficientes ni producción agropecuaria o industrial en diez años que transcurren rápido, Haití estará cargando más pesado que ahora el impacto general de sus insuficiencias.

Lo que deje de hacer por su pueblo lo heredaremos nosotros, un país que ha logrado apuntalar una excelente base industrial, una impresionante estructura hotelera para continuar recibiendo el turismo, una plataforma energética para atender las demandas de una economía en crecimiento, en cada una de cuyas áreas habrá de sentirse la presión por empleos para millares de inmigrantes que ven que el bienestar está de este lado.

Ni pensar en la cantidad de conflictos que traen aparejados, inevitablemente, estos crecimientos poblacionales, en cualquiera de los dos países de la isla compartida.

En el plano interno, un crecimiento de 804 mil nuevos ciudadanos dominicanos es razonablemente asimilado en un ambiente de crecimiento económico, aunque todavía es preciso satisfacer las necesidades de empleo y de formación educativa de millares de jóvenes marginados de las fuentes de trabajo y de educación.

Estos pronósticos de aumentos de la población general de la isla a 24 millones de personas en diez años, deben servir para que el liderazgo nacional diseñe, desde ya, las políticas con las cuales manejará estos cruciales desafíos demográficos.

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