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Que se alcance ese consenso

Han sido los propios partidos políticos, a través de sus legisladores, los que persistentemente han cerrado el paso a la aprobación de una ley que los regule y los obligue a asumir un modelo de disciplina, transparencia y organización en los que la democracia interna sea el soporte de su legitimidad y su representatividad.

La ausencia de una legislación de ese tipo se reputa como la causante de que el sistema de partidos haya entrado en crisis, refl ejadas en disputas internas que los dividen o dejan maltrecha su unidad, en cuestionables procesos electivos internos, en las constantes violaciones a sus reglas disciplinarias y en otros desafueros.

Ahora que hemos presenciado cómo, de nuevo, se entumece el proceso hacia la búsqueda de ese anhelado y viejo objetivo, luce oportuno y decisivo el pedido que ha hecho el presidente Danilo Medina al Congreso para que se forme una comisión bicameral que abra el diálogo entre todos los partidos representados y se alcance el consenso.

Sin dejar de reconocer que en este último proceso se han producido discrepancias sobre el modo de celebrar las elecciones internas de los partidos, si es por primarias abiertas o cerradas, el presidente Medina ha dicho que lo más prudente e importante es “una solución pactada que allane el camino para aprobar la ley” y no que esta vuelva a estancarse por efectos de estas discrepancias.

Que sea en el seno de esa comisión bicameral, abierta a un diálogo en el que el interés del país esté por encima de las conveniencias particulares de los partidos, es la opción más apropiada para superar el estancamiento, porque se trataría de una ley orgánica que forzosamente requiere de una aprobación de las dos terceras partes de los miembros de ambas cámaras.

La fortaleza y la legitimidad de los partidos políticos, en caída libre en los últimos tiempos, puede recobrarse y perdurar en el tiempo si se aprueba esta ley, que está llamada a incorporar nuevas normativas para regular la dinámica interna de las organizaciones políticas, hacerlas más representativas en sus distintos niveles de mando, más transparentes en el manejo de sus recursos y contribuciones externas y más fuertes frente a las prácticas nocivas del transfuguismo o la compra de votos.

La propuesta del presidente Medina, de ser acogida, puede ayudar a crear un clima más propenso a la búsqueda del consenso, sin que aspectos particulares del actual proyecto representen una traba insalvable para salir del atolladero legislativo en que se encuentra.

Las inmediatas reacciones a favor de esta solicitud son un buen indicio de que existe interés en que el país se dé ya, sin demoras, esa Ley de Partidos, Agrupaciones y Movimientos Políticos, antes de que el sistema se desplome irremediablemente.

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