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Estropicios en las vías

Es un hecho insólito que en apenas cuarenta días se haya producido en las calles y carreteras del país unos cien episodios de volcaduras, deslizamientos y choques de vehículos pesados por culpa de la imprudencia o la impericia de sus conductores.

Aunque en estos episodios puntuales apenas murió una persona, se sabe que a causa del manejo desaforado de muchos que llevan el timón de patanas, camiones, autobuses y automóviles, las muertes por accidentes son aquí unas de las más altas del mundo.

Sea porque transitan con gomas lisas, a menudo sin luces y con defectos en sus frenos, sea por la alta velocidad o la sobrecarga de sus vehículos, lo cierto es que el factor principal de estos estropicios viales es la abierta violacion de las leyes, sin consecuencias legales.En dos reportajes sobre el fenómeno, publicados por el LISTÍN DIARIO el fin de semana, se desnudan las actitudes más comunes que caracterizan a estos conductores: la imprudencia al manejar, al sentirse parte de una clase intocable que está por encima de la ley, y el permanente desdén hacia toda regla o norma regulatoria.

Por más completa y rigurosa que sea la nueva ley de tránsito y transporte, ningún resultado positivo tendremos de ella si no se arranca de cuajo la raíz de estos irrespetos cotidianos, que son los que hasta ahora la hacen un inútil e ineficaz instrumento de prevención.

Mientras no se aplique, sin miedos ni miramientos, un protocolo para impedir que cualquier persona sin preparación y destrezas tenga permiso de conducir uno de estos tipos de vehículos, los riesgos de episodios y accidentes como los que hemos contabilizado no se eliminarán.

Si no se ejerce, también, un control estricto sobre las condiciones reales de esos vehículos, en base a una serie de requisitos que no pueden ser violados, tampoco podemos reducir esos riesgos.

Si no se castigan fuertemente estas infracciones y no se prohíbe que los violadores impenitentes vuelvan a tener el guía entre sus manos, seguiremos sumidos en las mismas vulnerabilidades que han permitido que, año tras año, las calles y carreteras del país sigan siendo nuestros grandes y verdaderos cementerios.

Este es un problema nacional de profunda envergadura. Estamos hablando de que, por culpa de las imprudencias y la circulación de vehículos defectuosos, en manos de choferes imprudentes e incapaces, este país pierde miles de vidas útiles anualmente, lo que es una tremenda vergüenza nacional.

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