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Que no le pierda pie ni pisá

En la medida en que las condiciones de vida se han deteriorado en las provincias fronterizas, causando la estampida de muchos de sus habitantes hacia otras zonas del país, una sistemática y silente masa de haitianos ilegales se ha ido apoderando de los espacios vacíos.

Tan extendido ha sido ese proceso que ya muchas formas de vida predominantes en esos territorios son más propias de la idiosincrasia haitiana que de la dominicana.

Y de ahí que resulte decisiva la actitud que ha tomado el presidente Danilo Medina de acercar más los focos del Gobierno hacia el drama fronterizo, ante la posibilidad de que tales asentamientos adquieran una connotación de permanentes y se conviertan en razones para justificar su absorción por parte de los haitianos.

El Presidente no solo decidió visitar un día a la semana las distintas poblaciones fronterizas, sino que ha convocado a Palacio a los representantes gubernamentales y de la sociedad civil de esas demarcaciones, para tomar notas de las necesidades.

Más que nada, su preocupación es que los dominicanos abandonen sus tierras porque carecen de incentivos, programas y asistencia de todo orden para cultivarlas, asegurar su sustento económico y vivir con dignidad.

Por eso acaba de pedir una lista de las acciones que puede tomar el gobierno de inmediato para comenzar a remediar los males.

Independientemente de las medidas que tiendan al reforzamiento militar para la vigilancia de la línea divisoria y la contención, en lo posible, de una migración continua de ilegales haitianos, lo que debe tenerse en claro es que la responsabilidad indeclinable del gobierno es proteger los bienes de los dominicanos en la frontera.

Tiene que hacer los sacrificios que sean necesarios para que los dominicanos puedan vivir sin privaciones, sin inseguridades, sin desarraigos de las tierras en que nacieron, y por eso vemos bien que el Presidente Medina siga mostrando interés en el futuro de esa franja del país y que no le pierda pie ni pisá a los planes que está ordenando para cambiar el azaroso estado de olvido y desatención de esas comunidades.

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