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Reflexiones del Director

El feudalismo digital

Cuatro grandes empresas monopolizan el tráfico de noticias y otros contenidos en las redes sociales, decidiendo qué deben o no leer y ver sus usuarios, que se cuentan por miles de millones.

Estas grandes empresas, a las que acertadamente la analista Emily Bell, del Centro de Periodismo Digital de la Universidad de Columbia ha llamado "Los cuatro jinetes del Apocalipsis", son Facebook, Google, Apple y Amazon.

Mediante una impresionante armadura tecnológica, estas empresas se han adueñado del espacio digital al diseñar y manejar la diversidad de dispositivos y aplicaciones que facilitan el acceso a las redes sociales, como los señores feudales del pasado controlaban la economía, la vida y todo lo que se movía en sus dominios territoriales.

Apoyadas en sus propias plataformas, contra las cuales no pueden competir los medios tradicionales, dan luz verde en las redes a las noticias y demás contenidos, debidamente filtrados, dirigidos a públicos específicos, y extraen en esa dinámica las ganancias que les generan los anuncios publicitarios que ellas mismas controlan y las aplicaciones o dispositivos que comercializan.

Esto quiere decir que tienen el control de la información mundial, porque los medios de comunicación que las generan, sean impresos o audiovisuales, tienen que someterse a sus reglas de tráfico si quieren llegar a audiencias más grandes.

Mediante algoritmos u otras aplicaciones, esos "jinetes del Apocalipsis" tienen capacidad para bloquear los anuncios que los clientes han colocado en los impresos y en sus diarios digitales o se llevan la mayor tajada en los cobros de estos. Adicionalmente, son dueñas de empresas de publicidad online.

Mediante esa "publicidad nativa", estas empresas negocian directamente con los anunciantes y colocan los avisos pagados en aquellas redes sociales que difunden las noticias publicadas por los medios, impresos o audiovisuales independientes, dejando en seria desventaja a estos medios.

Este es un modelo de negocios al estilo de "lo tomas o lo dejas", que difícilmente pueden esquivar los medios que necesitan mucho trafico y amplia audiencia para atraer a sus propios anunciantes, que migran hacia lo digital con iguales aspiraciones de que sus anuncios sean vistos por más personas.

Ahora, con la crisis de credibilidad creadas por las noticias falsas o la distribución selectiva de los contenidos que se distribuyen, son muchas las personas que abandonan la esfera de las redes sociales y revalorizan la sobriedad y la formalidad con la que los diarios tradicionales manejan sus contenidos, depurados y comprobados para no pecar de falsos o manipulados.

De ahí que esta coyuntura, que parecía marcar la decadencia o desaparición de los medios tradicionales, ha permitido visibilizar la importancia de un periodismo serio y profesional, comprometido en la misión de servir a la sociedad, a la democracia, al buen balance de juicio de los ciudadanos con las noticias que son de su interés para tomar decisiones correctas.

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