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Muerto por culpa de otro “rebote”

El veterano periodista puertoplateño Carlos Acevedo, quien durante muchos años trabajó en el LISTÍN DIARIO, ha sido la más reciente víctima del mercurial procedimiento en que incurren algunas clínicas del país para no ingresar ni atender a pacientes que, en ese momento, no disponen de altas sumas de dinero para pagar por adelantado atención de emergencia.

Tras sufrir un derrame cerebral, en momentos en que predicaba el Evangelio en una iglesia evangélica, el periodista Acevedo fue llevado a una clínica de Puerto Plata, pero como nadie de los que lo auxiliaron tenía 100,000 pesos para poderlo llevar al quirófano, el paciente fue “rebotado” a un centro cardiovascular de Santiago, cuatro horas después de angustiosa espera.

Operado en Santiago, en circunstancias tardías, lamentablemente falleció un día después.

Otra experiencia inhumana, fatal, que se ha hecho frecuente en nuestro sistema de salud con pacientes que son privados de atenciones de emergencia porque no poseen seguro de salud o no disponen de fuertes sumas de dinero como garantía exigida por los centros médicos.

Este problema de los “rebotes” de pacientes fue ampliamente investigado por el LISTÍN DIARIO en sus series sobre el estado de las atenciones médicas, y recordamos que al asumir su puesto, el nuevo director del Servicio Nacional de Salud, Nelson Rodríguez Monegro, una de sus primeras medidas fue la prohibición de esta práctica.

De entonces acá, poco se ha logrado, porque la premisa evidente que impera en las clínicas privadas es la de si el paciente o sus familiares no tienen dinero, no se les brinda ninguna atención, aunque al negarla estén poniendo en juego la vida humana y el derecho de los ciudadanos a las atenciones a su salud.

Muchos dominicanos han sido víctimas de este sesgo mercurial de las clínicas y, en el caso de Acevedo, es hasta penoso que le ocurriese en un centro médico de Puerto Plata, un pueblo al que siempre promovió y defendió como abanderado de un auténtico “puertoplateñismo”.

Importó más el dinero que la vida de ese destacado comunicador social. Esto es lo más penoso y deplorable.

Vayan nuestras más sentidas condolencias a la familia del compañero Carlos Acevedo y a la clase periodística de Puerto Plata, que lo tenía como uno de sus miembros más distinguidos.

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