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Llegó el momento

La fuerte controversia que sacude hoy al sistema de la seguridad social, donde sus principales actores se acusan mutuamente de fallas graves, amerita que el Estado asuma su responsabilidad constitucional de hacer valer la protección de la salud de los ciudadanos, por encima de todo.

Lo que en principio se concibió como un sistema nacional de salud, ha devenido en un sistema de servicios, plagado de incumplimientos, distorsiones y demoras en la implantación de un engranaje tan vital como son los centros de atención primaria y la aplicación rigurosa, sin amiguismos ni privilegios, contra los que incurren en engaños y prácticas anti-éticas en el ejercicio de la medicina.

El sistema ha sido vapuleado por los constantes juegos de ping-pong de los actores, que se tiran, como dice el pueblo, las cajas y los cajones de sus incumplimientos o que, en la defensa cerril de sus propios intereses, neutralizan, minimizan o bloquean las iniciativas que darían lugar al establecimiento de un verdadero sistema de salud, no solamente de servicios de salud.

Estamos presenciando, ahora, las repercusiones que han tenido las denuncias de engaños y trampas en perjuicio de los ciudadanos que buscan la salud, así como las imperdonables incapacidades y deficiencias de los hospitales y centros clínicos para proveer las atenciones, los medicamentos y los insumos esenciales a los pacientes.

Muchos pretenden esquivar sus culpas, atribuyéndoselas a otros. Y en ese círculo vicioso es que gira un sistema que amerita de mayor eficiencia y cobertura.

Ha llegado el momento de poner todas estas cartas sobre la mesa del debate, para hacer valer las regulaciones y normas que garanticen una buena prestación de atenciones a la salud de los ciudadanos, comprometiendo a todos los actores del sistema de la seguridad social a cumplir sus específicas responsabilidades.

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