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Trapos al sol

No se pueden seguir escondiendo ni edulcorando las severas fallas e irregularidades que hoy afectan a una de las conquistas más caras de la sociedad: el régimen de la seguridad social.

La seguridad social, afincada en varios sectores pilares, es la garantía de mejores servicios de atenciones médicas, de compensaciones por accidentes o despidos laborales, y de retiro y pensiones para aquellos que han rendido su servicio al país, desde el sector público o el privado.

Las piezas de esa maquinaria deben funcionar de manera sincronizada porque cualquier falla en la cadena desequilibra y debilita el sistema.

Sin embargo, no todo parece andar sobre ruedas en ese sistema. Ahora afloran muchas graves fallas. Una de ellas son las trampas y engaños que se anidan en los procedimientos de atención de salud a los afiliados al sistema contributivo o subsidiado, que montan ya más de siete millones de ciudadanos, otras que se imputan a médicos antiéticos, las demás a las prestadoras o aseguradoras de esos servicios y varias a las instituciones rectoras del sistema.

Esos trapos deben exponerse al sol, para que el Estado tome acción correctiva para garantizar que la seguridad social quede libre de estas lacras. Obviamente, a muchos de los actores no les conviene ni que esos trapos salgan al sol ni mucho menos admitir las responsabilidades o culpas que han acumulado en esta cadena de engaños.

En un sector en el que confluyen intereses distintos porque mueve miles de millones de pesos, las tentaciones para el lucro nunca escasean. El que pierde en esta lucha por el mayor beneficio es el ciudadano asegurado, que confía en recibir las mejores y más oportunas atenciones o deposita en la seguridad social la esperanza de no quedar desguarnecido de la protección del Estado al llegar al ocaso de su vida.

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