Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

Asombro y consternación

El secuestro y asesinato del profesor universitario y abogado Yuniol Ramírez ha causado gran consternación y asombro en la sociedad dominicana.

Los tintes macabros de ese suceso rememoran los modelos de alevosía y saña que suelen aplicar los profesionales de la actividad criminal, cuando quieren magnificar la razón de una venganza.

Esto lo hace un caso complejo en el que los investigadores tendrán que reunir el máximo de pruebas para dar con los culpables materiales e intelectuales, a fin de que no queden dudas ni ante la justicia ni la sociedad de su real responsabilidad.

Tratándose de una persona que se ha destacado en la opinión pública por sus denuncias de actos de corrupción, el empeño de los investigadores debe ser mayor y esmerado para que las pesquisas no sean contaminadas por alguna ocultación de pruebas o evidencias fundamentales.

Más que a un crítico de la corrupción, al que le han quitado la vida es a un ciudadano dedicado a su profesión y a la enseñanza universitaria que, como todos los demás dominicanos, tiene el derecho a disentir y expresar sus ideas sin cortapisas.

Nadie puede vivir en un país con el temor de que por disentir pueda perder la vida o sufrir acoso, persecución y amenazas, aunque sabemos que en un estado de delincuencia rampante y descontrolada, como el que existe, a cualquiera, por una tontería, lo mandan fácil al más allá.

En este caso no parece que sea la obra de esos malandrines callejeros, sino de un grupo encartado para el fin específico de secuestrar, matar, vestir con toga al abogado, amarrarle dos blocks a su cuerpo y encadenarlo con candado antes de lanzar el cadáver al río.

Por esas características tan inusuales, el inadmisible crimen del profesor Yuniol Ramírez debe ser esclarecido pronto y cabalmente.

Tags relacionados