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Que salga a relucir toda la verdad sobre Caamaño

La familia del excoronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, líder de la Revolución de Abril de 1965 y de la malograda expedición guerrillera de Playa Caracoles, tiene legítimo derecho de exigir a la justicia dominicana que esclarezca el episodio, aun brumoso, que rodea su muerte en febrero del 1973. La versión oficial, divulgada por las Fuerzas Armadas en esa oportunidad, fue la de que Caamaño y otros dos guerrilleros murieron en combate en Nizaito, Cordillera Central, pero la familia lo niega y asegura, en cambio, que el excoronel fue asesinado seis horas después de haber resultado herido en una refriega con las tropas regulares. La familia afirma que, según testimonios de soldados que estuvieron en el escenario de los hechos, a Caamaño prisionero lo sometieron a interrogatorios los jefes militares presentes y unos pocos extranjeros, no identificados, y que posteriormente le dieron un tiro de gracia. Poco después que los cadáveres de Caamaño y otros dos guerrilleros fueran fotografiados y filmados para que la opinión pública comprobara la verdad de la versión ofrecida sobre su muerte, el del líder guerrillero recibió varias descargas de ametralladoras que le cercenaron el cuello, se le hizo pedazos y se tendieron las partes de su cuerpo cubiertas de hojas para incendiarlas. Los restos fueron enterrados en una fosa abierta para la ocasión por los soldados. A partir de estas revelaciones, que la familia dice haber obtenido de testigos presenciales, se ha abierto inesperadamente un debate sobre la pertinencia o no de someter los restos que se dice son de Caamaño a una prueba científica para determinar su autenticidad y, segundo, iniciar una investigación judicial que definitivamente arroje toda la verdad sobre este hecho, dado que el Senado de la República ha dispuesto que sean depositados en el Panteón de la Patria, en reconocimiento perenne a la estatura histórica que alcanzó como jefe de las fuerzas revolucionarias que se enfrentaron en 1965 a las tropas interventoras. Queda ahora en manos de la Justicia tomar una decisión al respecto, en base a las nuevas variables testimoniales que han añadido elementos hasta ahora desconocidos por la mayoría, a fin de dilucidar si Caamaño cayó en combate o fue asesinado siendo prisionero, lo cual constituiría una flagrante violación a las normas que rigen el trato de los prisioneros de guerra en todo el mundo. En otras naciones, estos crímenes no prescriben y, sin importar el tiempo, muchos de los acusados de delitos de guerra o de violación a los tratados sobre la materia militar y bélica han sido juzgados y llevados a las cárceles, incluyendo entre estos a expresidentes y exjefes militares culpabilizados de estos hechos. ¿Actuará igual o de manera distinta la justicia dominicana en este emblemático caso?

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