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Una vida forjada en el trabajo

Juan Carlos Mora se pasa todo el día atendiendo el puesto del mercado propiedad de su padre. Es estudiante de Mercadeo, sueña con comprar un solar y construir. Raúl Asencio.

Juan Carlos Mora se pasa todo el día atendiendo el puesto del mercado propiedad de su padre. Es estudiante de Mercadeo, sueña con comprar un solar y construir. Raúl Asencio.

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Patria Reyes RodríguezSanto Domingo, RD.

Con apenas 21 años ya Juan Carlos Mora asume la responsabilidad del puesto propiedad de su padre en el Mercado Nuevo de la Duarte y a pesar de su juventud se nota el dominio que tiene sobre el negocio, su don de mando.

Desde muy niño le tocó acompañar a su padre al mercado, donde poco a poco, pudo establecerse como comerciante mientras él correteaba en los pasillos estrechos apilados de mercancías y el jolgorio de los mercaderes en las negociaciones de sus clientes.

Recuerda que tenía siete años cuando su papá y su mamá se separaron y él quedó a cargo de su progenitor como parte de un acuerdo entre ellos. “Yo salía de la escuela y cogía para acá como hasta las ocho de la noche, pero como todo muchacho, uno lo que paraba era correteando”, relata. Explica que primero su papá era mensajero de un hermano suyo y luego logró ese puesto en el mercado. “Cuando a él le entregaron el puesto debía tres meses de casilla y tenía 47, 000 pesos de capital, lo que le entregaron fue un problema, pero ahí mi papá me dijo vamos a ponernos a trabajar y hoy en día estamos aquí, con el pasar de los años él logró poner un colmado en el Luperón, puso otro en la 40 de Cristo Rey y compró un local”.

En la medida en que su papá fue asumiendo otros negocios, Juan Carlos se quedó bajo la responsabilidad de este puesto, bajo su ayuda y supervisión, dedicando casi todo su tiempo al mismo. Cuenta que se levanta a las cuatro de la madrugada para llegar entre cinco y seis para atender a los comerciantes que vienen a surtirse para revender en sus negocios.

“Cuando yo estaba en primero de bachiller mi papá aún estaba al frente del negocio, entonces yo iba al Liceo y luego cogía para acá (puesto del mercado) y luego me puse a estudiar de noche, hice el segundo bachiller de noche y luego me dieron una carta y puse a estudiar en Cenapec los fines de semana”, explica Juan Carlos, quien además practicaba beisbol y soñaba con ser firmado en las Grandes Ligas, lo que una lesión física impidió.

En la actualidad, este joven comerciante cursa la licenciatura en Mercadeo en la Universidad el Caribe (Unicaribe), profesión que va en consonancia con lo que la pasión que ha desarrollado por las ventas y los negocios.

Un 20% de beneficios En el puesto, que vende productos de la canasta básica como: embutidos, arroz, aceite, bacalao, arenque, quesos, Juan Carlos trabaja con otros cuatro empleados, con quienes comparte la ardua labor del día a día.

Cuando le preguntamos por su salario, el joven cuenta que recibe un semanal y además cuando se pasa inventario recibe un 20% de los beneficios totales del negocio, esto parte del acuerdo con su papá para que él se responsabilice del puesto.

Con esto Juan Carlo compró un carro y ha hecho un ahorro con el cual piensa invertir en el sector inmobiliario. “Estamos estudiando, pero uno no sabe de mañana. Yo lo que tengo es mente es poder en el futuro construir, comprar un terreno y que en 15 años yo poder decir que tengo algo con que vivir”.

Un día difícil Juan Carlos recuerda que una vez el mercado de la Duarte se quemó y eso fue una situación difícil para muchos mercaderes.

Explica que al estar rodeado de “barrios calientes” es común ver robos y actos de violencia. También ha tenido muchas situaciones con dinero falso.

Vida de viejo Al responder que hace fuera del trabajo del mercado, Juan Carlos dice “yo llego una vida de viejo” y explica que llega al mercado alrededor de las 5:00 de la mañana y sale a las 5:00 de la tarde de lunes a sábado y que llega a su casa, si tiene tarea pendiente de la universidad la hace, juega nintendo con su hermano o ve alguna serie, pero que no sale casi porque debe dormir temprano para poder levantarse de madrugada.

“Me gusta salir a fiestar, pero no me puedo dar el lujo de acostarme muy tarde porque luego me voy a estar durmiendo en el negocio y a mí no me gusta que me estén llamando a la atención”, enfatiza Juan Carlos indicando que “al que no le gusta que le llamen la atención debe hacer las cosas bien”.