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ENFOQUE

Con China el país supera un remanente de la guerra fría

República Dominicana ha dado un paso transcendental al establecer relaciones diplomáticas con la República Popular China (RPC), reconociendo que solo existe una China y que Taiwán es parte de ella.

Taiwán ha reaccionado de manera airada, acusando al gobierno dominicano de haber decidido romper relaciones con ellos porque la RPC ofreció un paquete ascendentes a $3.1 billones de dólares de inversiones, asistencia financiera y préstamos blandos, entre los que se incluyen US$400 millones para una autopista, $1.6 billones para proyectos de infraestructura y US$300 millones para una planta eléctrica de gas natural.

Taiwán aplica un doble estándar al lanzar esta acusación, ya que ellos han utilizado tácticas similares para retener aquellos países con los cuales aún mantienen relaciones. De hecho, de ser ciertas las imputaciones que hace Taiwán, el inicio de relaciones con la RPC no puede ser más auspicioso para el país.

La relación con Taiwán, sostenidas por 75 años, ha sido beneficiosa para el país en diversas áreas, y por tanto debemos manifestar agradecimiento a las autoridades taiwanesas. Pero lamentablemente, las relaciones entre los Estados se sustentan en el avance del interés nacional de cada país, no en lazos emotivos ni sinergias improductivas.

No acceder al establecimiento de relaciones diplomáticas con la RPC colocaba a República Dominicana en una postura insostenible en la arena geopolítica, de espaldas a su progreso material y contraria al rumbo de la historia moderna.

Como lo ha establecido el Fondo Monetario Internacional, la RPC es ya la economía más grande del planeta, medido en Paridad de Poder Adquisitivo y se encamina a ser la más grande en términos nominales en las próximas dos décadas. Con 1,300 millones de habitantes y una clase media en expansión aficionada al turismo, la RPC es el importador más grande del mundo (US$179 billones a marzo de 2018).

Momento oportuno La decisión de las autoridades dominicanas ha llegado en un momento oportuno, ya que la RPC está inmersa en una ofensiva orientada a profundizar las relaciones financieras y comerciales con América Latina, de las cuales se han beneficiado significativamente los países de Suramérica y México.

Durante la pasada década China ha comprometido -vía el Banco Chino de Exportación-Importación (China EXIM Bank) y el Banco de Desarrollo de China (CDB)- US$140 billones en préstamos para el comercio y la infraestructura en la región.

Esa suma habrá de incrementarse, ya que el pasado enero en la reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en Chile, el ministro de relaciones exteriores de China, Wang Yi, anunció la extensión hacia América Latina del programa económico insignia de China “One Belt, One Road”, una iniciativa de un trillón de dólares, concebida originalmente para unir mediante el desarrollo de infraestructuras a naciones de Asia, África y Europa.

Además, las relaciones diplomáticas con la RPC facilitarán al país acceso al financiamiento de otras dos instituciones. Una de ellas es el Banco Asiático de Inversiones e Infraestructura (AIIB en inglés), institución multilateral a la cual el país debería considerar seriamente pertenecer.

Un competidor del Banco Mundial fundado a iniciativas de la RPC, cuyas operaciones comenzaron en enero de 2016 y cuyo objetivo es el financiamiento de obras de infraestructura y de otros sectores productivos.

La otra es el Nuevo Banco de Desarrollo, conocido antes como BRICS Development Bank. Un banco multilateral de desarrollo establecido por los miembros del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) cuyo propósito es el financiamiento de proyectos públicos o privados a través de préstamos, garantías y otros instrumentos financieros.

¿Por qué ahora? Consideramos que factores internos y externos han determinado que en este momento se haya podido dar el paso de romper con Taiwán e iniciar relaciones con la RPC.

En lo externo, la actual presidente de Taiwán, Tsai Ing-wen pertenece al proindependentista Partido Democrático Progresista, lo cuál creó temor en Beijing de que ella propiciaría la independencia formal de Taiwán, y aunque ha dicho que desea el “status quo”, varias de sus acciones han generado tensiones con la RPC.

La primera fue la llamada telefónica al recién elegido presidente Donald Trump, para felicitarle por su triunfo. Ello constituyó una violación notoria de un principio fundamental sobre el cual descansa la relación China-USA: que solo hay una China y que Taiwán es una provincia “renegada” de ésta.

Posteriormente otros desarrollos han mantenido la relación crispada, siendo el más reciente de ellos la intención de EUA de vender a Taiwán tecnología para construir submarinos.

Como consecuencia de la situación arriba descrita, la RPC ha cambiado su postura con respecto al reconocimiento de Taiwán de parte de los pocos países que aún lo hacen. Antes del ascenso al poder de Tsai Ing-wen había una suerte de detente entre Taiwán y la RPC sobre este tema.

La RPC no estimulaba a los países que aún reconocían a Taiwán a que rompieran con él, razón por la cual las iniciativas de parte del país para establecer relaciones con la RPC no prosperaron.

Sin embargo, en marzo de este año el ministro de relaciones exteriores de la RPC, Wang, declaró que era en el interés de los pocos países que aún reconocían a Taiwán aceptar la “tendencia irresistible”, romper con ese país y abrazar la regla de “una sola China”.

Con respecto a lo interno, desde hace varios años existía una suerte de consenso de que establecer relaciones con la RPC era necesario.

Por un lado, las relaciones con Taiwán estaban en gran medida determinadas por parámetros históricos establecidos durante la Guerra Fría y cuya validez había desaparecido con el viejo orden.

Por otro lado, no tener relaciones diplomáticas plenas con el segundo proveedor de importaciones del país era una situación anómala que habría de resolverse en cuanto la RPC diese por terminado su detente con Taiwán.

Sin embargo, la actual coyuntura económica del país ha provisto un incentivo extra para dar el paso de romper con Taiwán.

La economía dominicana mostró un desempeño mediocre el pasado año, cerrando con un crecimiento generador de pocos empleos “dignos”.

Empresas Las expectativas de incremento significativo de las exportaciones no se han alcanzado, el sector empresarial dominicano continúa mostrando una incapacidad crónica para competir, al punto de que en este reglón solo somos exitosos en América Latina con respecto a Haití. Por último, dado el hecho de que el Pacto Fiscal no da señales de vida, el país necesita diversificar sus fuentes de financiamiento externo blando (mas allá de las tradicionales, incluyendo a Brasil), atraer inversiones externas y vender lo único en lo que al parecer tenemos una indiscutible ventaja comparativa: “sol y playa”.

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