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CON EL SUDOR DE SU FRENTE

Ella no eligió ser estilista el oficio la eligió a ella

Orgullo. Su más grande satisfacción es dejar complacidas a sus clientes y hacerlas lucir mejor de lo que esperaban.

Orgullo. Su más grande satisfacción es dejar complacidas a sus clientes y hacerlas lucir mejor de lo que esperaban.

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Sergio Cid SolanoSanto Domingo

Su nombre es Sarah Guzmán y por su mente nunca pasó la idea de ser estilista, y mucho menos que viviría de ese oficio. Desde pequeña su vida se desarrolló en torno a un salón de belleza ya que su madre tenía uno en su casa.

Según relata, cada vez que su madre la llamaba para ayudar en el salón, sobre todo para hacer rolos, lloraba porque era lo que menos le gustaba. Siendo una joven decide comenzar una carrera universitaria, sin embargo a los dos años de iniciarla se ve obligada a interrumpirla.

Separada de la universidad, otra vez llega el oficio de ser estilista a la vida de Sarah, pero en esta ocasión con remuneración incluida, lo que le agregó un ‘plus’ a una ocupación que en un principio no le gustaba. Ya trabajando en un salón de belleza Sarah descubre que dedicarse a esta actividad podría resultar económicamente atractiva.

Desde el principio esta mujer tuvo muy claro que dedicarse a cualquier oficio conlleva preparación, es por esto que entre cursos, talleres y diplomados los hacía todos para mejorar los conocimientos que tenía sobre estilismo.

Preparada en el área, Sarah decide emprender su propio negocio e independizarse económicamente. El proceso para poner su propio salón de belleza no fue fácil, pues como le sucede a la mayoría de los emprendedores se encontró con muchas dificultades en el camino.

Su fe en Dios y el apoyo de su familia no permitió que se rindiera. Con RD$30,000 y con los productos que su madre le regaló de su salón, Sarah aprovechó la oportunidad de alquilar un local que ya estaba equipado con las herramientas de trabajo. Unos 22 años después vive de este negocio y mantiene junto a su esposo a sus dos hijos, Sebastián de ocho años y Laia de dos.

“Este oficio me ha permitido independizarme económicamente”, dice.

La base que ha sustentado el desarrollo que ha tenido Sarah en esta actividad ha sido su madre. Según comenta, ella ha sido el principal motor que la ha impulsado a seguir adelante.

Según considera, este oficio es económicamente rentable, siempre y cuando se sepa cómo manejar las finanzas. Indica que a partir del dinero que se gana en el negocio puede sacar adelante a sus hijos, algo que la llena de orgullo y satisfacción personal.

Ante la pregunta de qué es lo que más le satisface acerca de lo que hace, Sarah manifiesta que es hacer feliz a sus clientes.

Explica que en lo que hace hay algo de psicología, carrera que no terminó en la universidad, pues varias clientes llegan con una idea de algo que se quieren hacer, pero que no les conviene. Por lo que ahí es donde aplica la psicología para convencerlas de lo que realmente les va bien.

Es un ser humano excepcional Quienes conocen a Sarah la definen como una mujer excepcional y de gran corazón, y quien ayuda a los demás.

Su hermana Yaniris Guzmán la define como una mujer que no se rinde y que va en busca de conseguir lo que se propone.

Informalidad Como Sarah existen muchas otras personas que se dedican al trabajo informal. En su “Balance de la economía dominicana 2017” expertos de la Escuela de Economía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) comentan que en el país en la medida en que crece la economía, aumenta la informalidad laboral, que estiman ronda el 60%.

Clientes Quienes visitan el salón de belleza de Sarah Guzmán salen satisfechas con el trabajo que la estilista les realiza.

Ese es el caso de Yuris Monascal, una de sus clientas, quien afirma que asiste a este salón porque siempre sale conforme con el trabajo que le hacen.

Indica que Sarah es una mujer que siempre está dispuesta a ayudar y atinada en todo lo que hace.

“Cuando comencé a venir a este salón mi pelo empezó a cambiar para bien, ella sabe lo que hace y lo que me recomienda me funciona”, dice.

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