Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

ENFOQUE

La economía dominicana y la reforma de Trump

Avatar del Listín Diario
Ruddy SantanaEspecial para LISTÍN DIARIO

En la pasada entrega del 9 de enero abordamos el componente fundamental de la reforma impositiva aprobada por el Congreso norteamericano contenida en la Ley de “Reducción de Impuestos y Creación de Empleos” (TCJA en inglés), esto es, la reducción de impuestos. Concluimos que, dado que dicha reforma se suma a otros fuertes incentivos a la economía provenientes del Ejecutivo, y dada la política monetaria acomodaticia existente, la TCJA tiene la potencialidad de acelerar el crecimiento de la economía de los EE.UU. e incluso sobrecalentarla. Revisemos los probables efectos positivos y los riegos de la reforma del presidente Trump, y qué implicaría para la economía dominicana.

Efectos positivos Como la reducción de impuestos a las personas aumenta el ingreso disponible de los norteamericanos, parecería que el turismo y la remesa son seguros beneficiarios de la TCJA. Sin embargo, mientras el turismo es un ganador seguro, no acontece así con las remesas. Como indicamos en nuestro trabajo anterior, los beneficios de la reducción impositiva a las personas están fuertemente sesgados hacia los estratos de mayores ingresos. No es allí donde esperaríamos encontrar la mayoría de los dominicanos que envían remesas, pero sí un gran número de potenciales turistas para el país. El turismo habrá de ser también favorecido en el 2018 por otros factores, como la reducción del flujo de turistas hacia Cuba debido al deterioro de la relación de este país con los EE.UU; los grandes daños ocasionados a la infraestructura turística en Puerto Rico y otras islas del Caribe y el progresivo menoscabo que la delincuencia hace a la imagen de México. El aumento de las remesas podría derivarse de otro factor al que la reducción impositiva podría contribuir: la aceleración del crecimiento. Sin haberse sentido el efecto de la TCJA aún, y con un desempleo de solo 4.1%, ya varios sectores muestran dificultades para encontrar el tipo de trabajador que necesitan. A medida que siga aumentando la demanda de fuerza de trabajo, un gran número de dominicanos que ahora laboran a medio tiempo, y recibiendo salarios bajos, podría pasar a laborar a tiempo completo (con mejores beneficios), a obtener más de un trabajo de medio tiempo o a recibir un aumento salarial.

Hay señales de que este proceso está en curso, lo cual indica que su aceleración acompañará la del crecimiento, con gran énfasis en las grandes ciudades, donde viven muchos de los dominicanos. Por ejemplo, en las grandes metrópolis los salarios crecieron 4% en tienda de ropas y expendio de comida en el período noviembre 2016-noviembre 2017, muy por encima del 2.5% al que crecían antes. De igual manera, aquellos dominicanos que tengan pequeños negocios podrían ver sus actividades dinamizadas con la aceleración del crecimiento. Las exportaciones dominicanas, que en más del 40% van hacia los EE.UU, pueden ser beneficiadas con la TCJA directamente, debido al aumento del ingreso disponible de los norteamericanos, e indirectamente gracias a la aceleración del crecimiento de la economía, más aún ahora con la eliminación de la veda.

Riesgos de la reforma para RD Un efecto seguro de la reducción de impuestos será la ampliación del déficit fiscal de los EE.UU. El costo de la reforma es de $1.5 trillones de dólares en 10 años. El tamaño del déficit a crearse depende de que tanto crecimiento económico agregue la reducción de impuestos. Mientras Golman Sachs y la Reserva Federal proyectan 2.5% de crecimiento para 2018, la proyección del Departamento del Tesoro es exuberante (4%) y su proyección del déficit podría catalogarse de exagerada (según ellos se generará suficiente impuestos para pagar todo el déficit). Esto último está basado en la muy desacreditada teoría denominada “Economía del Lado de la Demanda”. Esta teoría pertenece a lo que algunos economistas llamamos “Zombie Economics”, ya que ha sido refutada innumerable veces pero reaparece, sobre todo entre los republicanos, por su utilidad política. El Comité Conjunto para Impuestos (Joint Committee on Taxation) del Congreso de los EE.UU. ha proyectado que el crecimiento adicional generado por la reforma (0.7%) reducirá su costo en 10 años en US$451 billones. Varios estudios muestran que las reducciones de impuestos casi nunca cubren más del 33% de su costo. De modo que el déficit puede aumentar en alrededor de US$1 trillón.

Algo sobre lo cual sí existe acuerdo entre los economistas es que el déficit fiscal genera incrementos de la tasa de interés debido al mayor requerimiento de financiamiento por parte del Estado. Esto no es buena noticia en el mediano plazo ni para el refinanciamiento de nuestra deuda ni para la emisión de nueva deuda. Entendemos que en esta ocasión este efecto negativo de la reforma impositiva de los EE.UU. sobre nuestra deuda podría tomarse más tiempo del usual en materializarse, debido a que las tasas de interés ascenderían desde el nivel sumamente bajo al que están hoy. Este bajo nivel de la tasa de interés ha sido la consecuencia de la política híper expansiva que ha mantenido la Reserva Federal desde la crisis del 2008. Pero si la economía de los EE.UU. se acelerase de forma significativa (entre 3 y 3.5%), las autoridades dominicanas dispondrían de menos tiempo para reacomodar su política de endeudamiento, ya que ello puede forzar a la Reserva Federal a ser más agresiva en la subida de la tasa de interés.

La eliminación del impuesto sobre ganancias realizadas en el exterior por las multinacionales norteamericanas (pasó de un esquema global a uno territorial) contenida en la reforma impositiva de los EE.UU. obligará, casi de seguro, a una reforma fiscal en nuestro país que reduzca las exageradas e improductivas exenciones existentes para compensar la reducción de la base impositiva.

El nivel del impuesto sobre las ganancias de las multinacionales habrá de moverse hacia la baja en todos los países que desean atraer inversión extranjera directa, sobre todo de las empresas norteamericanas. Este es un proceso que ya está en curso en muchos países -incluyendo China- desde que se definieron los términos de la TCJA, y nosotros no escaparemos a ello.

La tasa corporativa nuestra es de 27%, superior a la de 21% establecida por el TCJA para las empresas norteamericanas. Sin embargo, la comparación debe hacerse entre la tasa impositiva efectiva (ETR) de cada país, es decir la tasa a la que se arriba luego de aplicar todas las deducciones y exenciones pertinentes. Cuando se computa la ETR promedio para todas las industrias en los EEUU utilizando la nueva tasa corporativa de 21%, se obtiene que es igual a 9% para el 2018, sube a 18.27% en el 2027, y cae por debajo de 17% a partir del 2030. Pero esto no basta para deducir que tan competitiva sería la ETR de nuestro país vis-a-vis la prevaleciente en los EEUU después de la aprobación de la TCJA, ya que las deducciones, exenciones y subsidios varían significativamente de un sector a otro en los EE.UU. Por ejemplo, para la manufactura la ETR será de 10.85% en el 2018, subirá escalonadamente a 16.02% para el 2026 y se fija en 15.80% a partir del 2027, mientras que para el comercio al detalle será 15.45% en 2018; 22.51% para el 2026 y se fija en 20.90% a partir del 2030.

La DGII tendrá que calcular las distintas ETR's para cada sector de la economía a fin de poder determinar qué nivel de tasa corporativa permitirían al país continuar atrayendo empresas de inversión extranjera desde los EE.UU., las cuales al día de hoy representan el 20% de todas las que alberga el país de origen foráneo. Pero tomando en cuenta que, de acuerdo al Penn Wharton Budget Model, para el 2028 la ETR más alta en los EE.UU. será de 22.93% (Utilities), una reducción de nuestra tasa corporativa para inversión externa luce inevitable. Como también luce inevitable que, a fin de compensar por las recaudaciones que se dejarán de percibir, el país debe imponer racionalidad en la plétora de exenciones que recibe el sector empresarial.

Por otro lado, para transitar al sistema global de impuesto sobre ganancias de las multinacionales, la TCJA ha establecido una tasa de repatriación de 15.5% sobre activos líquidos, y 8% para no líquidos. La repatriación de activos acumulados de las multinacionales establecidas en el país puede generar presiones sobre nuestras reservas internacionales netas y por ende sobre la tasa cambiaria. Pero si el volumen de repatriaciones hacia los EE.UU. de sus multinacionales alcanza niveles significativos, ello podría apreciar el valor del dólar; lo cual puede tener un impacto negativo en el crecimiento de las economías emergentes con características como la nuestra, como apuntan tres economistas del FMI en el trabajo “Collateral damage: Dollar strength and emerging markets’ growth” publicado en VOX. Utilizando datos del período 1970-2014, los autores concluyen que una apreciación del dólar impacta de forma negativa en el crecimiento de los países emergentes vía un efecto ingreso debido a su repercusión sobre el precio de los comodities. Además, aunque el efecto es mayor en países exportadores netos de comodities, este es más fuerte en países de regímenes de tipo de cambios rígidos, y también afecta a países que dependen de la importación de capital o bienes intermedios para la producción doméstica.

La TCJA amenaza con tener una consecuencia alarmante con respecto a la atracción de inversión extranjera para todas las naciones en desarrollo como la República Dominicana, ya que tiene la potencialidad de desatar una guerra de reducciones de impuestos sobre las ganancias del capital extranjero entre países a nivel global (race to the bottom). Ello hará que la oferta de mano de obra barata reafirme su prominencia entre los atractivos de los países en desarrollo para la inversión extranjera, recrudeciendo la actual desigualdad en la distribución del ingreso a escala global, y alejando las posibilidades de real desarrollo al achicar la base impositiva de los países pobres.

El autor es economista y represento al país ante el Fondo Monetario Internacional (FMI).

LA TASA CORPORATIVA La tasa corporativa nuestra es de 27%, superior a la de 21% establecida por el TCJA para las empresas norteamericanas. Sin embargo, la comparación debe hacerse entre la tasa impositiva efectiva (ETR) de cada país, es decir la tasa a la que se arriba luego de aplicar todas las deducciones y exenciones pertinentes. Cuando se computa la ETR promedio para todas las industrias en los EEUU utilizando la nueva tasa corporativa de 21%, se obtiene que es igual a 9% para el 2018, sube a 18.27% en el 2027, y cae por debajo de 17% a partir del 2030. Pero esto no basta para deducir que tan competitiva sería la ETR de nuestro país vis-a-vis la prevaleciente en los EEUU después de la aprobación de la TCJA, ya que las deducciones, exenciones y subsidios varían significativamente de un sector a otro en los EE.UU. Por ejemplo, para la manufactura la ETR será de 10.85% en el 2018, subirá escalonadamente a 16.02% para el 2026 y se fija en 15.80% a partir del 2027, mientras que para el comercio al detalle será 15.45% en 2018; 22.51% para el 2026 y se fija en 20.90% a partir del 2030.

La DGII tendrá que calcular las distintas ETR's para cada sector de la economía a fin de poder determinar qué nivel de tasa corporativa permitirían al país continuar atrayendo empresas de inversión extranjera desde los EE.UU., las cuales al día de hoy representan el 20% de todas.

Tags relacionados