Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

COLABORACIÓN

La prensa tradicional entra en acción

La mayoría de los expertos coinciden en que probar obstrucción es sumamente difícil y que un deseo por parte de Trump no bastaría.

Detalle. La prensa tradicional se inundó de especulaciones sobre lo que el director del FBI James Comey declararía.

Detalle. La prensa tradicional se inundó de especulaciones sobre lo que el director del FBI James Comey declararía.

Con el partido Demócrata insistiendo que los rusos eran responsables de su derrota, la prensa tradicional tomó partido a favor de la candidata que habían dado como segurísima ganadora y contra un presidente electo que, aparte de acusarla de ser “extremadamente deshonesta”, constituye la antípoda del liberalismo, el globalismo y la política de identidades dominante en ella. El New York Times (NYT) inicia el ataque con la publicación el 14 de febrero del 2017 de un reportaje titulado “Miembros de la Campaña de Trump tuvieron Repetidos Contactos con la Inteligencia Rusa”. El reportaje se basa en información proveniente de “cuatro empleados y exempleados” que no se identifican, de “agencias de inteligencia” estadounidenses que tampoco se identifican.

El artículo del NYT hace dos “revelaciones”: 1) que la campaña de Trump estaba siendo investigada por colusión con Rusia para vencer a Hillary y, 2) que al parecer Trump mismo estaba siendo investigado. De inmediato CNN y NBC dieron a conocer el contenido del reportaje como si fuesen hechos; al día siguiente igual hicieron Huffington Post y The Guardian y en los sucesivos cuatro meses una tormenta mediática sin precedentes se desató en torno a la supuesta colusión de Trump con los rusos en las elecciones; la terminación prematura del gobierno de Trump lucía probable y la más delirante rusofobia se apoderó de los medios tradicionales y del partido demócrata.

El testimonio de James Comey El 9 de mayo, de manera sorpresiva, Trump cancela al director del FBI James Comey. Nadie esperaba una acción de este tipo dado que el FBI tenía abierta una investigación sobre la injerencia de Rusia en las elecciones y, según la prensa, sobre Trump mismo. La acción había sido recomendada por el director y el subdirector del Departamento de Justicia, Jeff Sessions y Rod Rosenstein, debido a trasgresiones cometidas por Comey en la investigación sobre los correos electrónicos de Hillary Clinton. A los pocos días se anunció que Comey testificaría el 8 de junio ante el Senado sobre los hechos que desembocaron en su destitución.

De nuevo se desató un frenesí mediático. La prensa tradicional se inundó de especulaciones sobre lo que Comey declararía. Las expectativas de los demócratas y de la prensa opuesta a Trump eran que Comey daría a conocer informaciones que asegurarían el inicio del impeachment. Estos pronósticos empezaron a ponerse en duda cuando se conoció la declaración introductoria que Comey debió suministrar por escrito y se desplomaron con el testimonio en sí. Veamos.

Primero, Comey confirmó algo que Trump había dicho, pero que la prensa escogió ignorar e incluso negar: que Trump no estaba siendo investigado. Un día antes del testimonio CNN había anunciado, basado en “fuentes secretas”, que Comey desmentiría esto.

Segundo, Comey declaró que no era cierto el contenido del artículo del New York Times del 14 de febrero. Con esto la teoría de una colusión entre la campaña de Trump y el servicio secreto ruso se venía al suelo. El New York Times indicó que aún respaldaba su historia, pero de manera insólita dijo que “no aparecían” las personas que supuestamente habían sido la fuente de ella para confirmarla.

Tercero, Comey fue aún más lejos. Asestándole un rudo golpe a la prensa tradicional, declaró que los periodistas que alegan conocer informaciones clasificadas, sobre las cuales construyen sus historias, no saben de lo que hablan, pero que los servicios de inteligencia no pueden dedicarse a corregir todas las historias que publican.

Cuarto, lo único comprometedor para Trump testimoniado por Comey fue que el presidente le había manifestado que “esperaba” (I hope) que la investigación sobre Michael Flynn, el ex Asesor de Seguridad Nacional, pudiese dejarse de lado. El impeachment ahora quedaba sujeto a probar que lo que Trump le dijo a Comey puede constituir una obstrucción de la investigación sobre la influencia de los rusos en las elecciones, o al menos de la investigación sobre Flynn.

La mayoría de los expertos coinciden en que probar obstrucción es sumamente difícil y que la mera manifestación de un deseo por parte de Trump no bastaría para probar obstrucción. A pesar de esto, la prensa no para de especular (refiriendo fuentes “que no se pueden identificar”) que Robert Mueller III ahora investiga a Trump por obstrucción. Ni la Casa Blanca ni el Departamento de Justicia han confirmado esto.

El fantasma de Nixon La especulación sobre un impeachment contra Trump ha sido avivada por la recurrente referencia a Richard Nixon, quien renunciara a la presidencia el 9 de agosto de 1974 ante la inminencia de un impeachment debido a su implicación en el caso Watergate. La semejanza de aquel evento con la situación actual es en extremo superficial. Watergate constituyó un crimen que nadie disputó. Su investigación de parte del FBI acabó implicando al presidente, quien trató de obstruir la investigación a fin de conservar su investidura. El escándalo Watergate no fue forzado a ser investigado por un partido resentido por una devastadora derrota electoral, una prensa fervientemente opuesta al presidente y aparatos de inteligencia filtrando información confidencial. En el caso actual los tres actores antes citados se afanan furiosamente por hallar el crimen que se asume fue cometido por Trump, la existencia del crimen no se ha probado. Lo inverso a Watergate.

Representantes Un impeachment (proceso de destitución) en EE.UU. se iniciaría en la Cámara de Representantes en base a cargos criminales levantados por el consejero especial. Luego el Senado juzgaría al presidente. Ambas cámaras están bajo control de los republicanos, por ende, el crimen que se atribuya a Trump ha de ser mayúsculo y las evidencias en extremo sólidas para esperar que su propio partido proceda con un impeachment contra él en un ambiente de extrema hostilidad entre los dos partidos como el actual. Fuera de que aparezcan nuevas evidencias realmente comprometedoras, en este momento, un impeachment contra Trump es poco probable.

Por otro lado, no parece haber dudas de que Rusia trató de influenciar las elecciones, tal como lo ha hecho EE.UU. repetidas veces en muchos países (incluyendo Rusia) por décadas. Importantes intereses nacionales rusos podían ser afectados o no dependiendo de quién vencía. Pero el cómo los rusos implementaron esa influencia no se sabe aún de manera precisa, y dado que estas investigaciones pueden durar años, es posible que aspectos del accionar ruso nunca lleguen a conocerse.

Tags relacionados