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Alix y la modernidad

El decimero mocano no estuvo al margen de la llegada al país de los avances de la tecnología. Como cronista de su tiempo, y vocero noticioso del Cibao, Alix anunció la presencia en los comercios de Santiago de algunos equipos de vanguardia mundial, anuncios que han quedado no solo como prueba de su inigualable ingenio, sino como testimonio de su introducción en el panorama de la cultura nacional.

En este artículo se detallan tres cantos del Cantor del Yaque sobre la presencia del zonófono, las máquinas de coser y las empresas de automóviles. Es muy probable que el poeta, aprovechando sus dotes de publicista y la gran cantidad de lectores que procuraban diariamente sus escritos en la Plaza del Mercado de Santiago, haya puesto sus servicios a la orden de los empresarios vinculados a la importación de estos productos. No lo habría hecho el maestro para enriquecerse, toda vez que su carácter jocoso y su humildad le impedían asumir posturas altisonantes. Pero sí habría obtenido algunos centavos de manera justa en retribución a sus servicios informativos.

El zonófono

Juan Antio Alix dedicó seis espinelas con tres comentarios al margen a manera de reflejo del asombro popular ante este aparato. En su introducción, el poeta explicó que el zonófono era un “instrumento maravilloso que habla y canta como gente… ¡Qué cosa más admirable!...”. La composición está fechada en Santiago, el 9 de abril de 1905:

Junto de Enrique Morel

y en el frente de los Batlle,

día y noche, en esa calle

de gente se ve el tropel,

viendo en la San Rafael,

botica de bello trato,

un diablo de un aparato

que ha llegado últimamente

que habla y canta como gente

y maúlla como gato (…)

¡Ay, mamá! Que quisiera bei el pájaro ese que dice Siño decimero que han trio á la botica Sam Rafaei. ¡Ay, mamá!, yo quiero beilo! Sí, ni jija, yo te llevaré pué yo tengo que bei a don Peidro Roidrigue, compitente boticario de la San Rafaei pa que me le aplique un remedio a mi probe marío que se va, con una jarrea número uno, y como allí benden la medecina de patente ma barta que en otra paite, compraremo aiguna , a bei si quiera Dio que don Peidro me le cure ai viejo esa reboitura de tripa que no jace ma que dei bujío ái monte, pobre viejo! Mire, mamá, dicen que da mieo el gentío, viendo ei pájaro cantando: ¡ay, mamá!

Cuando ese pájaro canta

y á un enfermo le receta,

sin garrote ni muleta

de la cama se levanta;

con la medicina Santa,

de aquella, San Rafael,

pues con esa cura él,

medicina de patente

importada expresamente

por el Batlle don Manuel.

El pájaro encantador

es en extremo bembudo,

pues la boca de un embudo

de un tamaño superior.

Por eso es tan hablador

y hace tan bueno el papel

cantando en San Rafael

la botica más surtida,

de más conciencia y lucida

y de una honradez muy fiel (…)

Lo que ese pájaro dice

creer hasta reventar,

porque no suele mancar

aunque la tierra lo pise;

creerlo yo nunca quise

que un pájaro adivinara,

pero al verme, cara a cara,

con ese pájaro feo,

todo lo que digan creo

porque es una cosa rara.

Las máquinas de coser

En el año 1908 llegaron a Santiago las primeras máquinas de coser marca Singer que, en su tiempo, fueron muy admiradas y requeridas por las damas de la época. Las mismas fueron introducidas en el país por el comerciante Arturo Sanabia, y conservadas en su almacén de Santiago, y poco a poco fueron distribuidas en los distintos comercios regionales y a nivel regional. El 23 de julio de 1908, Alix les dedica a estos artefactos modernos seis espinelas donde expone, con su acostumbrada jocosidad y su encendido tono mercadológico, la llegada y las virtudes de las mismas:

Las máquinas de coser

que hasta hoy han fabricado,

las de Singer han probado

rivales no conocer;

y por eso suelen ser

las máquinas más nombradas

y las más acreditadas

porque no tienen rivales

y por ser las principales

hasta ahora fabricadas (…)

De Marzo en la calle treinta,

esquina á la Libertad,

una enorme cantidad

de máquinas hay en venta;

y es bueno tener en cuenta

los sastres y costureras:

las Singer son las primeras

máquinas de coser,

que se suelen conocer

por fuertes y duraderas (…)

Sí, señor, no hay comerciante

de cariño y tanta labia

como ese Arturo Sanabia

para tratar á un marchante;

de Singer, el fabricante

tuvo acierto en realidad

enviando á esta ciudad

a Sanabia como Agente

de su máquina excelente

y superior calidad.

Empresa de automóviles

Como tributo al empresario santiagués José Manuel López, quien fue la persona que introdujo el automóvil en la ciudad de Santiago a finales de junio de 1911, el poeta mocano dedicó seis espinelas en su honor. Posiblemente esta sea la única referencia histórica conservada en honor al señor López, quien debiera figurar en la historia nacional como precursor de tal modernidad en la Ciudad Corazón. Como su costo era elevado, el señor López introdujo junto al automóvil, la modalidad conocida posteriormente con el nombre de “concho” o carro de alquiler en el que los pueblerinos transitaban en corto tiempo significativas distancias, además del uso de paseo que algunos les daban. Se reproducen algunos fragmentos:

Señores, corran a ver

un coche que sin caballo

con la prontitud del rayo

a escape suele correr,

ya por hoy no hay más placer

ni gusto más singular

que un automóvil montar,

y darse gusto corriendo

sin peligro, ni temiendo

desgracia que lamentar.

Es López, José Manuel

de su pueblo en la memoria

ya figura en nuestra historia

con un honroso papel,

el primero ha sido él

que á este pueblo ha dotado

del automóvil nombrado

que honra á esta ciudad

como prueba en realidad

de adelanto demasiado (...)

Todo el que quiera pasear

por lugares campesinos

y pueblos circunvecinos

que se puedan transitar,

con la empresa han de tratar

y en el precio convenir

para poder conseguir

hacer un rápido viaje

sin fatiga, y el equipaje

sin averías que sufrir.

Así no hay más que pasear

aunque sea por ensayo

en el coche sin caballo

que suele tanto agradar.

Todo el que pueda gozar

debe de hacerlo enseguida

porque es muy corta la vida

y después cuando se muera

sabe Dios qué calavera

le juega en una partida (…)

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