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Séptimo arte

El incidente OX-BOW

El autor dedica esta publicación a la memoria de Armando Almánzar, quien con su pluma ligera, pudo delinear en todo su contexto, las más variadas críticas al cine dominicano y mundial. Su ejemplo vivirá por siempre.

Trama. La crueldad del ser humano a la hora de tomar justicia por sus propias manos sin valorar la justeza de su decisión

Trama. La crueldad del ser humano a la hora de tomar justicia por sus propias manos sin valorar la justeza de su decisión

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Rienzi Pared PérezSanto Domingo

Muchas personas prefieren las cintas del género de ‘western’ por aquello de los famosos duelos, los caballos, las peleas en las cantinas y el sheriff enfrentando a los forájidos. Sin embargo, existe una película del género del oeste americano, que no posee prácticamente nada de esto, sino un verdadero drama desgarrador que nos pone a pensar hasta dónde las pasiones del Ser Humano pueden llevarlo a cometer las más duras de las injusticias. Esta película es nada más y nada menos que “El Incidente Ox-Bow” realizada por William Wellman en 1943.

Ésta nos invita a la reflexión y a escudriñarnos en lo más profundo de nuestra conciencia, para demostrarnos lo vil que es el hombre, la debilidad que este posee, para acometer ciertas acciones frente a determinadas situaciones.

La trama de la película es la siguiente: En un pueblo del estado de Nevada llegan en sus respectivos caballos Gil Carter (Henry Fonda) y Art Croft (Harry Morgan.) Ambos entran a una cantina, donde existe un ambiente espeso que se percibe; porque en el lugar hay una ola de robos de ganados y dudan de los nuevos forasteros. De repente, un hombre inrrumpe y anuncia que han asesinado a un ranchero de nombre Larry Kinkaid y se han robado su ganado. Inmediatamente el pueblo se agrupa para ir en búsqueda de el o los asesinos; pero el juez de la comunidad les informa que deben de traer a los sospechosos para iniciar un juicio, dado que el magistrado percibe que el grupo de ciudadanos tienen en mente ‘el de hacer justicia con sus propias manos’, aprovechando que el sheriff no se encuentra en la ciudad.

La furia y la adrenalina se conjugan, y todos acuden en búsqueda de los supuestos asesinos para que paguen por el hecho. A todo esto se suma un coronel que había participado en la Guerra Civil del lado de los Confederados. Este hombre está lleno de odio y amargura porque su vástago no demuestra ser un tipo rudo como hubiera querido él; y además, por el resentimiento que tiene por la pérdida de su bando en la guerra. Pues bien, la mesa está así servida para que estos individuos vayan a la caza para hacer justicia con sus propias manos.

Al caer la noche, como salen las aves de rapiñas, está todo el grupo acampando, manifestando sus inquietudes, y todo esto se conjuga con el miedo, el whisky y las quejas de cada quien. Se logran oír ruidos de animales; por lo que el grupo acecha...y como cazadores sobre cualquier presa, encuentran durmiendo a tres individuos acompañados de una manada de reses. De inmediato, la turba despierta a los hombres y empieza el interrogatorio de una manera inquisidora, para que ellos admitan el hecho del asesinato y el robo al señor Kinkaid.

El señor Donald Martin (Dana Andrews) le dice a la turba que en ningún momento han asesinado a nadie y que esas reses marcadas con las iniciales del señor Kinkaid, se las había comprado a este último; pero dicha compra fue como un pacto de caballeros, de palabras; ya que no rubricaron ningún contrato. La duda y el cuestionamiento están a flor de piel. Por la forma de hablar con tanta seguridad del señor Donald Martin, empieza a resquebrajarse la unidad del grupo inquisidor y salen a relucir diferencias, porque sería inhumano el de acusar posiblemente a un inocente.

Donald Martin, el que había adquirido las reses, clama por su vida diciéndoles a las gentes que él es un hombre honrado y que siempre ha estado apegado a los principios y valores familiares. Que es padre de dos niños y que su esposa está a la espera de su regreso. Trata de convencer a Gil Carter (Fonda) para que haga entender a estos hombres que poseen sed de sangre y que pueden cometer una injusticia.

Cuando la suerte de estos hombres está echada y decididamente los tres serán ejecutados al amanecer; Donald Martin escribe una carta para que Gil Carter le haga el favor de llevársela a su esposa, como forma de despedida. Cuando amanece, las sensaciones están al máximo y la agitación está en su clímax. Todos lo que estaban de acuerdo en consumar la tarea, logran así, ejecutar la acción y los tres han sido ahorcados, pues desde un principio estaban previamente condenados.

Al momento de confirmar la muerte de estos hombres, se aparece el sheriff anunciando la captura del verdadero responsable de la muerte del señor Kinkaid; pero ya no hay vuelta atrás. La turba decidió y ejecutó a tres ciudadanos inocentes y todo por las pasiones desenfrenadas y la actitud prejuiciosa de los hombres. La carta que le envía Donald Martin a su esposa expresa un auténtico y verdadero sentimiento de amor, de un hombre con espíritu de nobleza, por lo que es leída al final, a todos los que participaron en el linchamiento donde quedará para ellos esa mancha indeleble en su espíritu. Esto nos hace un nudo en la garganta ante la impotencia desatada. Ese karma será para siempre.

Anexo copia de la carta leída:

Mi querida esposa:

El señor Davies te contará lo ocurrido aquí esta noche. Es un hombre bueno y ha hecho todo lo posible por mí. Supongo que hay otros hombres buenos aquí, pero no se dan cuenta de lo que están haciendo. Por ellos es por quien siento lástima, porque dentro de poco esto habrá terminado para mí; sin embargo, ellos tendrán que recordarlo el resto de sus vidas. Un hombre no puede tomarse la justicia por su propia mano y colgar a gente sin perjudicar a todos los demás, porque entonces no viola sólo una ley, sino todas. La ley es mucho más que unas palabras escritas en un libro, o los jueces, abogados y alguaciles contratados para aplicarla. Es todo lo que la gente ha aprendido sobre la justicia, y lo que está bien y lo que está mal. Es la mismísima conciencia de la humanidad. No puede existir la civilización a menos que la gente tenga una conciencia. Porque si las personas tocan a Dios, ¿cómo lo hacen si no es a través de su conciencia? ¿Y qué es la conciencia de alguien sino más que un pedacito de la conciencia de todos los hombres que han vivido? Supongo que eso es todo, salvo que beses a los niños de mi parte y que Dios los bendiga.

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