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Antología arbitraria de Jotamario Arbeláez

Jotamario Arbeláez, poeta colombiano, fue de los motores del movimiento Nadaísta desde su fundación en 1958. En principio espinoso ateo y anarquista y ahora en extraño trance místico. Supo combinar su vocación literaria con la práctica periodística y publicitaria. Obviamente, el movimiento nadaísta fue existencialista y nihilista que se levantó contra la cultura tradicionalista y eclesiástica de la Colombia de entonces. Traía en sus manos vestigios del surrealismo reivindicando sus frutos e influenciando en la literatura colombiana. Poetas rebeldes e irreverentes.

En la poesía de Jotamario lo primero que siento es su frescura originaria y su irreverencia hasta el sarcasmo. No es poesía contestataria o febril por un mundo auroral donde florece una nueva utopía. Su rebeldía nace en el mismo corazón de la vida que, sin aludir o confluir en el sueño, se instaura en su vivir. Fibras biográficas como el poema a su padre. Juega con valores cristianos, el colegio…El poeta se presenta como un profeta. ¿Sobre qué profetiza? No sobre el mundo venidero, sino en el que vive, que hay que trastocarlo. No desde una instancia política más bien de su vida misma por absurda que parezca. Su canto me atrae por lo que canta como un acordeonista alucinado. En sus largos poemas, generalmente carente de puntuación, siento la presencia de Bretón. Urge de ese asombro malicioso que ríe sin dejarnos llorar.

Esta antología recoge poemas de los diferentes libros a lo largo de los años: De Zona de Tolerancia (1958- 1962), El Profeta en su Casa (1962 – 1965), Paños Menores (1966 – 1977), Mi Reino por este Mundo (1966 --- 1979) y La Casa de Memoria (1980 --- 1995).

Poesía:

Tocan a la puerta,

Es de noche,

Y la casa más cerca

Está en la infancia.

Encendida la vela,

Bajo las escaleras

Mientras siguen los golpes

En la puerta.

La casa de de la infancia está encendida.

Sólo se oye el tas tas de las estrellas.

Abro la puerta y con el viento

Entra la infancia recobrada.”

(Pág. 69)

Indudablemente, Jotamario Arbeláez recoge parte de su infancia recobrada por la poesía. La poesía se enriquece y, sobre todo, exalta la vida ya que se inserta en lo mejor que pueda darnos la vida peleando por trastocarla.

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