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El perfomance en la República Dominicana: El maestro

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Indhira SueroFlorida, Estados Unidos

Jochi Muñoz, ganador del Premio de la Bienal Nacional de Artes Visuales (2009), forma parte de los artistas que realizan performances en República Dominicana.

Muñoz considera que sin importar los elementos empleados, el performance debe, siempre, ser auténtica expresión de la verdad del artista y que en él no tiene cabida lo "light", lo bonito o lo "cool", a menos que esto sea imprescindible para comunicar su verdad.

Al preguntarle sobre los inicios de esta disciplina artística en el país explica que no se dispone de una historiografía en específico, pero menciona que a principios de los '60 el pintor Virgilio García se paseaba por la calle El Conde vestido de manera pintoresca, para unos, y extravagante, para otros, y procedía a pintar sus cuadros en plena vía.

¿Cuáles características definen a quienes hacen performance?

El vocablo "performance" es una sombrilla muy abarcadora donde cabe toda suerte de cosas imaginables.

En el ámbito anglosajón (desde donde nos llega el vocablo), un performance es cualquier cosa que se realice; cualquier resultado que se obtenga sea en el campo científico, tecnológico, deportivo, económico... y, por supuesto artístico.

En este último renglón la palabra suele aplicársele a la interpretación de un pianista académico, al concierto de un grupo de rock, a la ejecución de una bailarina de tubo, de una cantante de ópera, de un grupo de dembow... En fin, engloba todo.

Dado esto, para diferenciar eso de la actividad que realizamos los performeros, a la palabra en cuestión se le acompaña del término art, quedando así: Performance Art. Cuando aparece escrita de ese modo, no hay dudas de que se está refiriendo a la disciplina que cultivamos.

Ahora bien, aún dentro de nuestra disciplina, la palabra se resiste a ser poco inclusiva, y acoge, por tanto, a un gran número de artistas que tienen un cuerpo de trabajo muy disímil entre ellos.

¿Qué le motivó a decidirse por este arte?

Mi formación es en las artes escénicas, en especial la danza. Me entrené y bailé durante mucho tiempo en las áreas del folklore, ballet y danza moderna, amén de tomar cursos y talleres de otros géneros de danza, y de teatro. Siempre fui una especie de esponja que absorbía cuanto elemento estuviera cerca, y lo almacenaba como posible herramienta para mi desempeño futuro.

Cuando me pica el deseo de crear piezas, lo que "me sale" son cosas que se alejaban de los parámetros de lo "normalmente" se entiendo por danza. De esta época surgen piezas tales como "La muerte del cisne" (1996), "El sembrador" (1997), "Forever" (1997), "Variación para un retablo" (2004), "El silencio del bosque (2005), entre otras.

En mi búsqueda constante, en 2006, llego al Performance Art, a través del Diplomado en Estudio de Performance, y en él encuentro un mundo de posibilidades para mi desarrollo artístico.

Fruto de esto produzco mis dos primeros performances: "Mi jardín" y "Cáliz".

¿El performance transgrede normas sociales?

Debería transgredir todo y siempre.

No olvidemos que el germen del performance hay que rastrearlo en los eventos que llevaron a cabo los artistas de las vanguardias europeas de inicios del siglo pasado (Futurismo, Dadaísmo, Bauhaus, entre otros).

En la década de los '60, en varias partes del mundo, encontramos las manifestaciones de los happening, de fluxus, del body art, que seguían siendo pruebas del cuestionamiento a la sociedad en que muchos artistas se embarcaban.

Hoy por hoy, esto se mantiene. Encontramos artistas muy comprometidos con su visión del arte y del mundo, que realizan obras muy disímiles y con diversos niveles de riesgo, desde la más sutil hasta aquellas que demandan que el artista ponga en peligro su integridad física.

¿Cómo inicia el performance en República Dominicana?

Deseo traer a colación algo que me expresó la artista Marily Gallardo al salir del panel “Una nueva mirada a la performance” (2009). Pues bien, perpleja, me manifestó que lo que ella hacía a principios de los ´90 nada tenía que ver con lo que hacemos ahora los performeros en ejercicio.

Por igual, se extrañaba que en el panel no se hubiese tocado lo referente a "qué pasó que las cosas cambiaron".

Realmente, el modo de accionar de ella, al igual que algunos de sus contemporáneos y de otros que le precedieron, estéticamente dista mucho del proceder de los actuales performeros. Sus respuestas estaban muy impregnadas de su quehacer dancístico, desarrollando lo propuesto de una manera que bien podría pensarse que se trataba de alguna pieza escénica.

No disponemos de una historiografía completa del performance en nuestro país, sin la cual no es posible saber a ciencia cierta quiénes hicieron cosas, en qué año, con quiénes trabajaron, qué temas abordaron, qué formación tenían esos artistas.

¿Cómo responden los dominicanos al performance?

En el caso del performance, éste ha ido labrándose su público. Muchas veces, la gente asiste a tal o cual evento, no por evento en sí, sino por el artista involucrado, ya que son seguidores del discurso estético o conceptual de éste.

Hay que reconocer que, en ocasiones, nos enfrentamos a ciertas "obras" que lo que nos dan es pena ajena, ya que sus realizadores se han quedado entrampados en lo aparentemente fácil que resulta el medio del performance, y sin reflexión alguna se lanzan al vacío. Esto aleja al público.

¿Se ve como artistas a quienes practican esta disciplina?

Como en todo, la gente tiende a rechazar aquello que no conoce, o por lo menos, aquello que de entrada no le dice nada. Y esto en todos los campos. De aquí, la necesidad de la educación artística entre nuestros educandos.

Es perentorio poner a niños y jóvenes (y al público en general) en contacto con el arte en todas sus manifestaciones, y hacerles entender que éstas no son más que medios diversos para transmitir una verdad. Tan efectiva puede ser una pintura, escultura, performance, instalación, una pieza sonora... para esos fines.

Al igual que el paladar, la vista y el oído se educan.

(( Su performance “8 horas”

De 8:30 de la mañana a 4:30 de la tarde, el artista permaneció sentado dentro del área del armazón de una cama de hierro (la matrimonial de sus abuelos maternos, y, ahora, la suya propia) haciendo recortes de figuritas desplegables las que se fueron amontonando sobre el suelo.

Con relación al título, “8 horas”, se juega con la referencia al tiempo de jornada laboral y al tiempo de descanso en la cama, en la que, además de dormir, se piensa en los sueños o se fantasea. Y todo esto permeado por la convicción de lo pasajero de la vida misma.

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