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Poesía

El ojo de arúspice, 30 años después

Las fechas fundamentales de la cultura dominicana suelen pasar por alto. El afán de protagonismo inmerecido, y la inexistencia de una política cultural a la altura de la importancia y trascendencia de la nación han hecho posible que, con el transcurrir del tiempo, las grandes obras literarias, musicales, escénicas, cinematográficas y plásticas, junto a sus relevantes autores, carezcan de mención, tributo y resaltación al cumplirse efemérides notables que señalan el origen de su creación.

Casi todos los autores que han legado obras imborrables para la cultura nacional, si viven, tienen ellos mismos que autoproclamar esos eventos; o un conjunto de cercanos amigos o admiradores unirse para festejar un acontecimiento trascendente, como pudiera ser, por ejemplo, algún homenaje. Figuras como Agliberto Meléndez, Juan Luis Guerra, Manuel Mora Serrano, José Cestero, Delta Soto, María Castillo y Federico Henríquez Gratereaux, por solo citar unos cuantos nombres elegidos al azar carecen de un calendario que señale las fechas de sus más importantes creaciones. Y si esos creadores y artistas salen del reino de los vivos, la situación es peor, pues la ignorancia y la poca visión de Estado hacen posible que desaparezcan del mapa de la posteridad. Tal vez, el nombre de alguno engalane un “Circo” (digo, Feria) del Libro y algunas de las pocas instituciones culturales privadas del país decida traer su legado a las nuevas generaciones.

Lamentablemente, la inmediatez se ha apoderado del nuevo milenio y lo pasado, aunque glorioso, ha pasado a un último plano del acontecer.

Pienso que algunas de estas causas motivaron al Premio Nacional de Literatura, José Mármol, a preparar una edición homenaje a su primer poemario, “El ojo de arúspice”, en ocasión de conmemorarse el treinta aniversario de su edición Príncipe.

El tomo, en formato de lujo, como merece una obra de tal importancia, se complementa con la inclusión de siete artículos de igual cantidad de escritores e intelectuales que a lo largo del tiempo han estudiado esta obra y han señalado sus aportes a la historia de las letras nacionales.

Vale destacar, además, el esmerado trabajo editorial de Soraya Lara al frente del cuidado de la obra, y la siempre valiosa preparación técnica de doña Ninón de Saleme en la diagramación, diseño y cubierta del volumen.

José Mármol es tal vez (todavía), el joven poeta dominicano que más resonancia internacional ha logrado acaparar por el valor de su obra. Él devino en la cabeza de una nueva generación, la de los ochenta, que cambió el discurso y el tono de la poesía dominicana. Esto se puede decir con facilidad espantosa. Pero hacerlo, mantenerlo, defenderlo y universalizarlo solo corre a manos de los grandes. Y José Mármol es la vanguardia de ese grupo de quijotes.

ALGUNAS OPINIONES ACERCA DEL AUTOR Y DEL LIBRO

“Releemos ‘El ojo de arúspice’ y sabemos que estamos ante un poeta pensante, que no oculta su erudicción. Pero también está el temblor, la profunda raigambre humana de una poesía pensada y escrita desde el hombre y la soledad con la huérfana condición humana.” Soledad Álvarez

“En buena medida, los poemas de este libro configuran un novedoso cuaderno de lecturas, una rigurosa teorización sobre la poesía y un homenaje a los escritores y pensadores predilectos por el autor.” Carlos Ardavín

“El ojo de arúspice, obra fundacional de la poesía dominicana de las décadas finales del pasado siglo, aparece en un momento histórico pre-monitorio, en un tiempo donde el país, la literatura y el pensar mismo se encuentran asomados en el introito de la posmodernidad.” Jochy Herrera

“La publicación de ‘El ojo de arúspice’ impactó de inmediato gracias a su profunda apuesta conceptual y depurada factura, no como promesa, sino como testimonio de la poesía por venir.” Fernando Cabrera

“La conciencia crítica de Mármol apenas se da tregua: no hay posibilidad de reconciliación con el lenguaje y con el mundo, o entre ambos, que deje de cuestionar. Solo que tras esa crítica extrema y aún obsesiva se percibe una exigencia mayor: la búsqueda de una veracidad que no pueda ser manipulada.”

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