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La Maestranza de Oscar Cruz

Oscar Cruz es un joven poeta y editor cubano, nacido en Santiago de Cuba en 1979. El mismo es considerado unas de las voces más contundentes de la contemporaneidad poética cubana. Ha obtenido varios premios importantes, pero no los mencionaré, pues más que los premios y el recorrido literario de su persona voy a plasmar en estos párrafos impresiones, muy personales, sobre La Maestranza. Libro puesto en circulación, en su segunda edición, en Puerto Rico por Ediciones Aguadulce & Trabalis Editores, 2016.

La primera vez que vi a Oscar Cruz leer uno de sus poemas fue en la inauguración del Festival Internacional de Poesía de Puerto Rico 2016. En esa ocasión no pude escuchar con claridad su obra pues un grupo de niños presentes en el salón no paraban de reír al escuchar sus palabrotas (sus cochinadas, como el mismo autor les llama). Sin embargo, días después tuve el honor de volverle a escuchar y sorprenderme con su poesía. La Maestranza llegó a mis manos como regalo y en el camino de regreso a casa pude conocer y analizar el mundo poético del escritor.

Quien tome este libro y espere de él algo que tenga que ver con la herencia y la tradición poética (legado- forma) de la cual la gran mayoría somos esclavos, no encontrará mucho allí. Sin embargo, si se visitan estas páginas francas, con el deseo de conocer el inquietante universo actual de la poesía de un Caribe joven, alejado de la preconcepción de belleza, lenguaje rebuscado y el yugo de los tropos, podrá absorber realidades poderosas, crudas y, sobre todo, evidenciar el reflejo de la vida que se desarrolla día a día, sin necesidad de ser escondida tras un velo. En las propias palabras del poeta, donde explica el fundamento de su obra en la entrevista hecha a su persona por Carlos Aguilera dice que: “despoja el poema de la retórica falsa que lo había baldado durante los últimos años. Establece la abolición de la esclavitud lírico-depresiva y contraindica el uso y el abuso de metáforas. Expulsa de la versificación los bordados y florituras y pone en liquidación la dulzura campestre.”

Mirando una pelea

entre Antonio Margarito

y Many Pacquiao, recibo

lecciones de poesía.

cada piñazo es un poema

colocado con precisión

en la cara del latino.

cada poema lleva adentro hematomas

Torsiones, cortaduras

El poema como fiesta de los golpes

Oscar Cruz toma a la poesía y la usa a su antojo, como herramienta de expresión. La recoge del piso y la patea con una fuerza sostenida, plantea acciones que generan sorpresa, gracias a un trabajo que se presenta dentro de un mundo real (¿o imaginario?). Oscar va con su machete en la mano, cortando brazos, capturando estampas pintorescas, pagando putas, exponiendo el cuerpo en su casilla del placer y del sexo como artefacto casi exclusivo del sentir. Va en busca de la suciedad dentro de su basurero personal, burlándose analíticamente de las jerarquías y sus consecuencias. Este trabajo posee un enfoque social abarrotado de críticas: al poder, a los falsos valores, en una Cuba contemporánea suspendida en un tiempo y un espacio que solo conocen los que allí moran, y los de afuera conocemos solo de oído. Sin embargo, a lo largo de la obra cargada de minas y malas palabras, se deja ver con un carácter particular y casi escondido la nostalgia, la tristeza y la necesidad del amor, encubierto en un ambiente insoportablemente real, donde el placer y el mal genio toman el primer lugar. Como cuando matas el amor porque no te deja en paz. Un manejo inverso de los sentimientos, enterrándolos a simple vista, aun así, dejándolos mencionados, flotando en el aire del poema como un absurdo o una añoranza irónica.

Cuando mi madre

Me daba por la espalda

Un cintarazo, yo solía

Maldecirla en mis

Adentros. “guárdate

Esas lágrimas, pendejo,

Para el día que te hagan

Falta. Esto es para que

Aprendas a portarte

Como un hombre”. Tenia

La violencia fácil.

A lo largo del libro se detectan poemas a los que he llamado “manuales explicativos”, donde el autor analiza su propia obra, regalando al lector unas pistas a seguir, qué esperar, gesto un tanto caballeroso dentro de la mugre en que se mueven los sentimientos básicos que, quiérase o no, todo ser humano experimenta y piensa, pero no necesariamente pone sobre el tapete, como lo hace Oscar, en una presentación abierta de los comportamientos humanos en su versión poética - lúdica.

busqué

en la suma general de sus poemas

y me vi de pronto parado en mitad

de la basura.

Su trabajo consiste en procesar

Esa basura y convertirla en alimento.

Yo habito en el interior de esa basura

Y

que no es fuera sino dentro de ti

donde esplende con luz propia el Basurero

que sostiene y da potencia

a la poesía.

El trabajo de Oscar Cruz deja entrever una base teórica y bagaje cultural dentro de su contexto, conocer la historia para poder retarla. Pero su misión no es exactamente mostrar estas cosas. Es más bien la detección de los capitales culturales de su entorno para convertirlos en poesía. Una poesía agresiva, no solo en cuestiones físicas, sino también en la forma de generar pensamientos, en cómo se enfrenta el tema y se acaba directamente con él, mostrándolo en la cotidianidad que se respira en su ciudad, en la forma de acercarse a la mujer y de abordar los problemas. La agresividad, un fantasma que aparece desde que abres el libro. Oscar mismo ha dicho que la agresividad es el mayor patrimonio de la sociedad contemporánea y de esta manera lo expresa en sus textos, sin caretas.

Qué importa lo que piensen los demás del trabajo literario de un autor, si esta obra se forma a partir de la vida. El que manipula la poesía desde sus adentros, responde necesariamente a un llamado personal. ¿Dónde debe quedar el discurso poético que expone lo que el autor va sintiendo y más importante aún, aquello que desea decir, de forma que le represente como ente que se desenvuelve en una época y en una situación social real? Quien no abandona este llamado, resulta ser único.

Después de leer a Oscar Cruz en su libro, tengo que una sola cosa que decir, la poesía es poesía.

Quien desee poner etiquetas a la misma que las ponga, quien pretenda expresar una definición absoluta que lo haga, sin embargo, mi búsqueda dentro de su mundo, el de la poesía, respeta al autor y su trabajo serio, su manera de poner al desnudo las experiencias a través de sus ojos y de su lengua poética. Lo que debe tener la poesía para ser poesía es “filo”, la trompada que hace abrir los ojos, que logra cortar el aliento o bien, el mensaje que encamina a un mundo distinto, elementos que he encontrado en las páginas de este poemario. Luego, lo otro es forma y la forma la usa el escritor a su gusto o como le dicte su voz actual.

Leer La Maestranza ha sido un aprendizaje, una lección personal, donde he sido capaz de valorar la franqueza del autor. Fui capturada por sus criticas desnudas, directas y por el hecho de exponer en poesía el mundo oculto-sexual-imaginario del hombre-mujer. Pero como siempre digo y continuaré diciendo, faltan aún en él, un millón de miradas, para que este libro sea completado sucesivamente en las múltiples lecturas venideras, mi opinión es solo una. Aquí les dejo otro fragmento del poema “Poeta”. No sin antes contarles que La Maestranza me ha obligado a comprar un par de ojos nuevos, aptos para recibir sus ganchos.

“pasados algunos años, encuentras

el retrato de una mujer que te ha dejado.

lo llevas sin pensarlo a la basura.

es esto lo que te hace un perdedor,

ese placer en ocuparte

de recuerdos y de cosas que te arrastran

algo tuyo con ellas al cajón de la basura.

es esta la pasión de los poetas

(hacer que las palabras rajen:

duras

precisas

contundentes).

Por eso rescribo las palabras del Bufón:

El poeta es un perro que hay que echar

A la perrera, pero debes echarlo a latigazos.

Si no tienes coraje para hacerlo, el poeta

Sin pensarlo te echará.”

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