Amor a distancia

Yakaira Torres Batista (conocida como La Yaki por sus compañeros de trabajo) llora y se ajuma cada 23 de septiembre al recordar que un día como ese El Flaco, su amor de toda la vida, la dejó para irse a Italia luego de conseguirse una vieja que le hiciera los papeles. Al inicio nuestra Yaki pensaba que, como le había prometido su amado, desde que él llegara a la tierra de la pizza y el espagueti la iba a pedir a ella y a su hijo.

La Yaki no hizo caso a quienes le decían que “amor de lejos, amor de pendejos.” Ella, aunque sabía que extrañaría a su Flaco, creía que la separación solo duraría unos meses, y luego (¡al fin!) llegaría la tan esperada visa que la reuniría a ella y a su amado para siempre.

Pero lamentablemente, mis queridos negritos, el tiempo fue pasando y como Penélope nuestra protagonista seguía esperando.

Solo tres veces, la llamó El Flaco. La primera vez le dijo que la amaba y que pronto la pediría. La segunda, le dijo que no se desesperara que no llamaba más a menudo porque tenía mucho trabajo. Y la tercera (¡ay, la tercera!) El Flaco le dijo, con un marcado acento italiano, que eso de amor a distancia no iba a funcionar y que se las arreglara como ella pudiera. Desde ese entonces, nuestra Yaki no es la misma.

El amor de su vida le quitó las ganas de vivir y hasta hizo que se secara y quedara en los huesos.

Ya todos sus vecinos saben que cada 23 de septiembre es día de duelo en la casa de La Yaki.

En esa fecha todos los radios del barrio se callan y la única melodía que se escucha son los gritos de La Yaki y una radio que canta la misma canción de todos los años: “Te arrancaré del alma, maldito amor a distancia, mientras sufra tu ausencia, con mi soledad y mil penas, tú de mi ya te olvidabas”.