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CRÍTICA LITERARIA

“Era lunes ayer, pero hoy es sábado”

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Roberto LeliebreSantiago de Cuba

Me corresponde hoy, sábado 18 de julio, presentar en este comité provincial de la UNEAC de Santiago de Cuba, el libro de cuentos “Era lunes ayer” {Colección del Banco Central de la República Dominicana, 2014) del escritor Máximo Vega, a quien los cubanos conocíamos desde el año dos mil por su insólita novela “Juguete de Madera” {Editorial El Bolsillo, Santiago de los Caballeros, 1996}. He dicho ´´insólita´´ porque ya desde entonces Vega puso al descubierto su vocación para abordar asuntos escabrosos, pero increíblemente cotidianos del peculiar tejido social caribeño. Esa vocación se ha vuelto obsesión en este cuaderno que integran veintidós relatos en los que el autor penetra con absoluto desenfadado, pero eludiendo el facilismo degradante de la vulgaridad. en circunstancias que van desde cotidianas y publicas adicciones hasta las las más ocultas perversiones personales de sus personajes, drogadictos, torturadores, pedófilos... También se defiende con limpieza de la morbosidad que habitualmente genera estos temas y asuntos tan espinosos, mediante la hábil construcción de la atmósfera que envuelve al lector y convierten absurdos y rarezas del comportamiento humano en conductas casi ordinarias.

Así, la construcción de ajustadas atmósferas tiene dos columnas: una esta dada por el conocimiento exhaustivo de las circunstancias que aborda y la aguda penetración sicológica de los personajes que en ella participan, ello permite que estas criaturas vean a otros y se vean a si mismas con mirar critico y a veces hasta censurador, pero sin poder {ni querer} cambiar de curso de los acontecimientos, como si la vida se deslizara irremediablemente cuesta abajo. La otra columna es la utilización del lenguaje, y en ella quiero detenerme porque es a mi juicio, el elemento de mayor calificación y logro en estos cuentos, pues es el que consigue, como el lubricante de las maquinarias, que los otros componentes se realicen, rompan la inercia y fluyan hacia el lector. La utilización, evidentemente adrede de un lenguaje coloquial y descomedido vuelve amigable cada pieza y hace amena la narración de historias que de que otra forma resultarían densas y acaso de una perversidad poco digeribles. Más {o mejor} que narrar en el sentido académico del termino, el autor conversa confesionalmente con el lector, lo hace participe de hechos extraordinarios y al mismo tiempo, lo bombardea sutilmente con juicios atinados y observaciones detallistas que le permiten llegar a la brutal conclusión de que esos hechos pasmosos están ocurriendo cada día- inadvertidamente- ante sus propios ojos. Y del lenguaje se desprende el mérito mayor de este libro de cuentos y es que se deja leer, que sabe atrapar al lector y consigue sin esfuerzo algo tan difícil de lograr de entretenimiento que han creado los adelantos electrónicos.

Por lo tanto, no es necesario hablar de las virtudes de Máximo Vega, como narrador, su oficio y madurez en el género quedan expuestos en esta obra, tanto como sus habilidades personales para quebrar a voluntad los entes de espacio y tiempo narrativo, no de manera preciosista ni caprichosa, sino según lo piden el cuerpo y el enigma de cada historia. Así que, no estoy elogiando al autor de “Era lunes ayer” me he limitado a exponer brevemente los méritos reales de esta obra y conseguir el interés de ustedes, que tendrán a su disposición algunos ejemplares de la misma en la biblioteca provincial “Elvira Cape”. Si quisiera emitir algún elogio personal al autor, diría que en lo más intimo me hubiera gustado haber escrito yo algunos de estos cuentos como “Historia de Diego y Clásica” “El fulgor oscuro” “Historia del futuro”, “El héroe”, “El boxeador y la angustia”, y quizás algún otro.

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