Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

CAMBIOS EN LA LECTURA

La lectura ya no es un placer juvenil

El hábito de lectura tanto en la Internet como en libros impresos no es cultivado como se debiera por las recientes generaciones. Las bibliotecas en los pueblos son entidades muertas donde los libros se empolvan y las polillas se alimentan.

Realidad. La imagen del joven frente a la pizarra en blanco lo dice todo.

Realidad. La imagen del joven frente a la pizarra en blanco lo dice todo.

En la capital dominicana existen edificios bibliográficos fastuosos, con espacios acogedores para la lectura, como la Biblioteca Nacional, la Biblioteca Infantil y Juvenil, entre otras, donde se pueden apreciar a jóvenes disfrutar de lecturas de cualquier género. Sus padres y tutores los acompañan y, con el tiempo, ellos hacen de estos lugares el camino obligado a un mundo de conocimientos.

Pero en el resto del país la realidad es otra, y los muchachos con esta práctica son la minoría.

Los barrios, pueblos y provincias de República Dominicana carecen de espacios para la lectura, el aprendizaje y desarrollo cultural. Estos jóvenes no son influidos hacia la lectura, salvo en pocas provincias como Santiago y por algunos maestros. Muchos jóvenes admiten “leer poco” ó “no me gusta leer’.

Las historias Noeliza Ramírez, de 14 años, es una estudiante de San José de Ocoa que pronto inicia el segundo de bachillerato. Ella, al igual que otros pueblerinos, carece de interés por los libros, y, además, afirma que en su centro educativo no se ha promovido la lectura. “A nosotros no nos incentivan a visitar la biblioteca de la escuela ni la municipal. Las tareas las realizamos por la Internet y con algunas copias de textos que los maestros nos facilitan”, explica.

Agrega que lo más cercano a la lectura que tiene son dos libros que ha leído; uno de cuentos y otro sobre literatura.

Otro ocoeño es Vertinio Minyetty, de 19 años. Un bachiller que dice ´leer muy poco´. La Internet para su generación es lo referente a las bibliotecas. “A nosotros nos ponían a leer una obra como requisito para la materia de literatura en los cursos de tercero y cuarto de bachiller, pero más allá de eso no leíamos, salvo en otras materias como Ciencias Sociales, que había que leer un tema histórico para luego exponerlo”, expresa Minyetty.

Estos jóvenes representan la clase empobrecida, sin facilidades y con pocas oportunidades y es la escuela su único alcance de conocimiento. Este “problema estructural”, como define el encargado de la Biblioteca Municipal de esta provincia, Alexis Báez, se refleja en la falta de gestión docente, basada en cumplir el calendario académico, que no incluye el aporte cultural sistemático que ofrecen los libros, y las visitas a las bibliotecas. En los pueblos de Jimaní y Tamayo se presenta una situación igual. Los docentes de los liceos dicen hacer ‘un esfuerzo sobre humano’ para que los jóvenes lean, y algunos maestros de literatura son los que se empeñan en esta travesía.

En el liceo principal de Jimaní realizan lecturas de obras como requisito obligatorio para aprobar la asignatura de Literatura, de esta forma, de acuerdo a la directora del liceo principal, Nelina Trinidad, se trata de sobrellevar esta situación. Y en Tamayo, algunos jóvenes leen el Listín Diario, como el único impreso que llega a esa localidad.

En la capital De vuelta a Santo Domingo, la realidad no se diferencia mucho de la de las provincias. Los jóvenes tienen más alcance a las nuevas tecnologías y las escuelas están repletas de estudiantes. Además, culminar el calendario académico tal cual está en los libros constituye la meta más próxima de los maestros.

Villa Juana es el reflejo de la mayoría de los barrios de la capital. Allí, los jóvenes cuentan con un centro cultural y deportivo de envergadura, el club Mauricio Báez. Uno de ellos, Andrés Alexander, de 15 años, iniciará dentro de poco el primero de bachillerato.

Él, con ropa deportiva, listo para practicar baloncesto dice que ha leído solo 3 obras como asignaturas de la escuela, entre ellas “El fantasma de Canterville”. “A veces visito la biblioteca (Mauricio Báez) para hacer las tareas de la escuela, pero en casa tengo Internet y las hago allá. No me gusta leer mucho”, afirma.

Alexander sostiene que en la escuela, los profesores suelen incentivarlos para que lean, “nos dicen que la lectura es importante, que debemos leer más, solo eso”. Expresa que en su transitar educativo, en los cursos de quinto, séptimo y octavo le pusieron lecturas, en especial de cuentos. Pero en la actualidad no suele leer.

Al igual que Alexander, Isaías Rosario, de 14 años, cursa el segundo de bachillerato. Confiesa que lee muy poco. Mientras camina por los alrededores del club, destaca: “Me mantengo actualizado con las redes sociales, pero casi no leo, solo algunas obras que me han asignado en la escuela”, concluye. (+ JÓVENES CON HÁBITO DE LECTURA En una visita a la Biblioteca Infantil y Juvenil, los jóvenes que ahí se encontraban eran lectores habituales. Así se describieron.

Gildeiry García, de 18 años leía el libro “Cazadores de sombras”.

Confiesa que ha leído alrededor de 20 obras. “Creo que el amor por la lectura viene del hogar, si los padres no siembran en sus hijos la semilla del interés y los instruyen, no se interesarán por nada en el futuro”, afirma García.

Otro joven es Nelson Ogando, un estudiante de ingeniería de 18 años que desde los 12 años visita la biblioteca. Ogando comenta que desde niños se les debe influir para que lean, puesto que al crecer, crearles ese hábito es difícil. “Me parece que en nuestra juventud no hay interés alguno por leer y es muy lamentable”.

Otra lectora es Isaura del Orbe, de 12 años. Confiesa que ha leído más de 10 libros. Cada día su padre la traslada a la biblioteca y la lleva de vuelta a su hogar en Alma Rosa.

Tags relacionados