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Orlando Muñoz entre Pétalo y Espina

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Miguel Antonio JiménezSanto Domingo

Pesa sobre la tierra el sonido del agua. Intimo el espíritu de Orlando Muñoz toca su espina. Su libro “Entre pétalo y espina” responde a la necesidad de formarnos una huella del mundo y de la vida desde un sentimiento que engendra una actitud íntima en una acción creadora que respira poesía. Es una obra que engendra el mundo y sangra vida. Es un llanto interior de estremecida raíz existencial, sustancia de una forma que equilibra los sueños.

En Orlando siente la palabra un decir pensado. El poema marca el sentimiento de un destino. En el profundo sentimiento de su magia, el poeta plasma un sentir que elabora su esencia. En Orlando, el temblor de la imagen es palabra en el decir; pero un decir que se reconoce en lo humano, tratando de hacer de la comunicación un acto. “Entre pétalo y espina” se inscribe ahí donde el dolor tiene sed de iniciales donde la vida comulga con la palabra hasta hacerla sangrar.

En Orlando el pétalo simboliza el amor y la espina el dolor. El pétalo es pasión, la ternura, la fuerza del amor humano que en su sublimidad llega a tener espina y punza en su temblor la esencia de la vida. Su comunicación busca comunión y su comunión es sentido, sentido de la condición humana en una poesía que práctica al ser en su esencia legítima. La existencia va marcando al poeta en su conducta de hacer visible el alma cuando nos dice: “en qué mundo me nombra tu memoria”.

La sustancia de la palabra marca la ausencia y hay una nostalgia del vacío, una elaboración dolida del instante en la expresividad comunicativa de los humanos. Como todo poeta pensante Orlando Muñoz escribe en la permanencia de la creatividad, situando los grandes temas (vida, muerte, amor, destino, Dios) como vasos comunicante de la existencia.

El fondo de la obra siente el filo en su enunciado porque el mundo es para la conciencia y desde ella emerge la sustancia de la forma. El poeta piensa con la vida la sangre que llega al alma y desde el hueso observa la convulsión de su lenguaje. Orlando Muñoz en su libro “Entre pétalo y espina” marca las fibras del vivir en una pulsión sanguínea que recibe lo humano en un latido cierto de rigor y coherencia. La madera del tiempo tiene en el ser poeta su ejercicio y toca la vida el subrayante grabado de la historia.

“Entre pétalo y espina” establece una relación creadora con el cuerpo, una relación del ser y una relación creadora con las cosas, el entorno y la tierra, demostrando que el poeta es un creador de su mundo y solo vive de modo adecuado en él si vive creativamente. En este caso la conciencia cultural del autor irradia los productos de su creatividad. Orlando practica lo lúdico como un juego de lenguaje en el ejercicio consciente de la lengua en su estructura profunda auspiciando formas que enriquecen una comunidad vital del lenguaje.

En su propia esencia el poeta Muñoz asume desde la lengua una cosmovisión, una visión del mundo y una visión propia de la poesía en la estremecida esencia de lo humano. El poeta practica una voluntad creadora, eso que Nietzsche llama voluntad de poder. El poder del ser en la imaginación creadora. En su ejercicio, Orlando asume una actitud auto crítica en la plenitud del mundo desde que somos un diálogo. Este libro estimula una plenitud de sentido en la existencia.

En su clara conciencia de hacedor vital se perfila un cuerpo de relaciones rítmica. Un diálogo de ritmos que abarca amplios espacios de formas donde la enunciación de paso a la abstracción en varias zonas de este intenso poemario. Interna y decisiva la elección instintiva de esta obra es la palabra como comunión en la acción vibratoria de lo humano. Brotan las ideas sobre un hueso de sensaciones porque la poesía es un hogar del ideal y una respirante condición de vida donde las pasiones hacen líquido el verbo y va su sustancia engendrando en su hacer los profundos anhelos de la creación poética.

En la recreación inspirada de su canto en sentimiento de libertad imanta en la instancia de su hacer. La realización textual de esta obra tiene su génesis en la vivencia de la experiencia de la vida y en la búsqueda cognitiva de su autor desde su propia creación de sentir. El sostenido sentido de su formación acentúa una vida vivida en el provecho de los buenos libros, de las grandes obras que lo muestran como un ejemplo de la sociedad moderna. Asume su conducta un código de comportamiento altruista en la cohesión íntima de su ser y en el latido global de su idiosincrasia como persona. Orlando Muñoz es una voz que asume su destino en la erudición de su conducta para una convocatoria permanente de la creatividad.

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