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Literatura

Una historia, dos autoras

Dos hermanas gemelas cuentan una historia. Doris y Noris Pantaleón no solo comparten su parentesco, sino también el interés por plasmar, de puño y letra, vivencias que los recuerdos de la niñez han dejado guardados, aunque vagamente. Ambas crecieron con la intención de que un día iban a contar es historia, como un aporte familiar, pero los giros de la vida hicieron postergar las cosas. Bien dicen las autoras en su epílogo que “Postergar no es bueno. Es bien claro, pero a veces la vida nos adormece, y dejamos al tiempo nuestros más recónditos anhelos”. Aún con los diarios afanes, y a pesar de estar cada una inmersa en sus propios asuntos, hicieron del poco tiempo un espacio para escribir el relato. Sabían que lo harían, lo que querían contar y lo lograron. Hace poco publicaron su novela “El destierro: su peor castigo”, “Una historia corta adecuada al tiempo fugaz que tienen los lectores”, define la periodista Doris Pantaleón. Narra la historia de dos familias marcadas por la pérdida de dos jóvenes en su floreciente etapa quienes, por el abuso del alcohol, se perdieron. Uno con la vida y otro con el destierro, hecho que resultó ser peor que la misma desaparición física. El desterrado perdió. Perdió por el abuso del alcohol, perdió a su mejor amigo, muerto, y perdió a su familia. El destierro fue su peor castigo porque su hogar y su familia eran su vida. “Decidimos que este tema podría llevar un mensaje a los jóvenes y a la sociedad para tomar conciencia de las consecuencias que se derivan del abuso de estas sustancias”, explica la abogada Noris Pantaleón. La vida en las zonas rurales, 40 años atrás, transcurría sin pesar. El trabajo de la tierra, los niños revoloteando entre sus tantos hermanos, los mayorcitos ayudando a los padres, los varones en las tierra, las niñas en la casa, preparándose para la vida, reflejaban una crianza envidiable, donde la honradez y la humildad eran el umbral de la puerta. Las deshonras se pagan caras. La comunidad es paz y también justicia. La creatividad de las hermanas, junto a la veracidad del hecho, confluyen en poco menos de 100 páginas donde crecen la cotidianidad campesina y la destreza de guardar historias y vivencias por generaciones venideras. Las hermanas afirman que nunca tuvieron ánimos de notoriedad, sino el deseo de contar una historia de conocimiento familiar. Sus compañeros y familiares las animaban. “Mi amiga Mercedes Aracena, al leer la historia, nos impulsó a presentarla y dijo -esto hay que publicarlo- es un buen aporte. Así, a través de la editora “Pie de amigo que ella dirige, junto a Eramis Cruz, lo hicimos realidad” afirma Doris Pantaleón. En las noches, luego de la larga jornada ambas se conectaban con la historia. Y hacían los intercambios de recuerdos de sus memorias. “El destierro: Su peor castigo” (Fragmento)Anselmo y Remigio llevaban dos días juntos, tomando, cantando, caminando de un extremo a otro del camino, momentos que ambos disfrutaban cada vez que se emborrachaban... Anselmo cuidaba con desvelo a sus hermanos pequeños, era juguetón con los vecinos y muy respetuoso y complaciente con los adultos. Era él que más historietas contaba en los momentos de ocio y quien más hacía reír con sus chistes. Los más pequeños de la comunidad siempre lo buscaban y se sentaban a su alredor cuando empezaba a narrar las divertidas historias. Pero cuando Anselmo tomaba alcohol, todo su mundo se transformaba (...)

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