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DOS MINUTOS

Ola, roca y playa

Con la ayuda del Señor Jesús, quien dio ejemplo de cómo ser playa, podemos obtener la libertad de los hijos de Dios, y en medio de olas agrediendo y de rocas criticando, podemos ser sembradores de paz.

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Luis García DubusSanto Domingo

¿Sabe lo que es un ‘bufadero’? En el malecón hay un sitio al que le llaman así. Es un espectáculo natural, que se presenta especialmente los días en que está el mar embravecido.

Una de las rocas del litoral tiene un agujero que va desde cerca del agua hasta arriba, y cuando la ola se estrella con violencia, sale por el agujero una columna de aire y agua, produciendo un sonido parecido a un resoplar.

Dice el diccionario que bufar es “el resoplar con ira y furor del toro, el caballo y otros animales”.

Es exactamente lo que parece hacer aquella roca, de modo que el nombre de ‘bufadero’ está muy bien puesto.

No muy lejos de aquel sitio en el malecón, hay una pequeña playa, donde también vienen a parar olas embravecidas. Pero allí el efecto de las olas es muy diferente.

La playa no ofrece la firme resistencia de la roca, al contrario, parece acogerla, aceptándola como algo natural. El resultado es que no hay choque, no hay bufadero, y la ola se vence en la suavidad de la arena, retirándose luego con una espuma que parece una sonrisa amistosa.

En el evangelio de este domingo (Mateo 5, 38-48) aparece esta frase: “No hagan frente a los que los ofenden”.

Frente a esta frase podríamos pensar qué somos, y qué queremos ser: ·Si olas, que embravecidas por el viento de nuestros propios problemas personales, pronunciamos frecuentemente palabras duras y actuamos agresivamente.

·Si rocas, que ofrecemos resistencia firme a quienes nos agreden, y vivimos bufando...

· O si playas, que sabemos aceptar como algo inevitable y natural que en ocasiones alguien sea agresivo, y en vez responder de igual forma, escuchamos al Señor y “no le hacemos frente”.

Creo que el Señor nos dice hoy que la actitud de la roca, “ojo por ojo y diente por diente”, es algo que con la potencia de su ayuda podemos superar. Nos asegura que podemos conquistar el equilibrio, el dominio, la paz y sobre todo la libertad de la playa.

La pregunta de hoy ¿Por qué la playa es libre? La ola no es libre; está impulsada, manejada y dominada por el viento de sus propias emociones, las cuales no puede controlar.

La ola es esclava de su imagen, de su aparente dominio, de su falso yo.

La roca, por su parte, es esclava de la ola. Ella solo sabe oponerse, juzgar, criticar y condenar.

Es esclava de su dureza, y su propia actitud de intransigencia la inmoviliza y la condena.

Ella es una esclava de otras esclavas, que son las olas.

Solo la playa es libre, Sí. Solo la playa tiene paz, es compasiva, como lo es su Padre. Solo la playa “es hija del Altísimo, que es bueno con los ingratos y pecadores”, Lucas 6, 35.

Esa es la buena noticia de hoy.

Con la ayuda del Señor Jesús, quien dio ejemplo de cómo ser playa, podemos obtener la libertad de los hijos de Dios, y en medio de olas agrediendo y de rocas criticando, podemos no hacer frente a quien nos ofende, y ser sembradores de paz.

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