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SENDEROS

Obediencia a Dios y su voluntad

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Lesbia Gómez SueroSanto Domingo

El mundo de hoy reseña las conductas y los sentimientos del hombre que lo habitan, y que comúnmente, es quien organiza y diseña los conflictos que le hacen padecer penas y sufrimientos. Como consecuencia a esto, se crean las incertidumbres y las apatías para sobrellevar penosamente la carga que otros colocan en las espaldas.

Jesús nos orienta a que seamos dóciles, humildes, y que cuando seamos abofeteados en una mejilla pongamos la otra sin desprecio al que nos hiere. A deshacernos del abrigo, cuando alguien en atraco nos pida la capa o alforja de bienes que llevamos consigo. A perdonar para ser redimidos del resentimiento o rencor; como también, ser perdonados.

En estos señalamientos, conocemos la psicología del Maestro Jesús para este tiempo que ahora nos toca vivir, con abusos, extravagancias en los sentimientos e injusticia en la administración de las leyes.

Es necesario revestirnos de paciencia angelical; pero una paciencia consciente, y elaborada en amor a Dios y al prójimo. Una paciencia, más allá de la que anima a los sentidos para no devolver “ojo por ojo”; en virtud, de que con una actitud así, nos esclavizamos a las ruedas que reciclan: “El tú me haces, yo te hago…”. Es entender por entonces, que existen leyes universales que son las que arbitran los actos de todos los productos, especies y hombres en la existencia-creación-; y que asumiendo como verdad este postulado o ley, debemos abdicar al instinto animal, y no recurrir por su misma naturaleza a dar respuestas salvajes, al que inoperantemente nos somete a su dominio de maldad.

Por tanto, se insiste en desenvolvernos con el conocimiento de Dios y abandonarnos a su control y guía en todos nuestros asuntos. A desarrollar el amor que vive en latencia en nuestro interior y se manifiesta como sentimiento puro; como también, emanciparnos del odio e ira del que antagoniza con desamor a Cristo inmanente en cada corazón y vida.

Digamos con amor y paciencia al mundo, a los hombres “La Paz sea con Vosotros…”. Vamos en obediencia a Dios y su Voluntad Divina a unificar la esencia que nos nutre y se manifiesta como la Unicidad en la diversidad. Seamos por siempre felices viviendo a buen resguardo de los valores, que como principios de ética y moralidad, son baluarte en una sociedad sana.

Es imprescindible por tanto, que el hombre desarrolle la capacidad conceptual y disciplinada conducta, para que este mundo se encamine y se norme con propiedad justa, en los nuevos sistemas a accionarse oportunamente para cobijar a la conciencia autorrealizada en Dios; pudiendo con ello exhibir el amor desarrollado como el más grande paradigma universal de conquista del Ser.

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