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REFLEXIÓN

Eklektós

La sociedad hoy día está muy complicada, demasiada información en muy poco tiempo, independiente a la complejidad de los planteamientos y temas de discusión; por lo que debemos estar muy claros al definir una situación, y los supuestos y valores que dábamos por ciertos y establecidos también hay que confirmarlos y, si es necesario, fundamentarlos.

Los miembros de una sociedad que está en constante desarrollo necesitan parámetros y perfiles suficientes para que, durante su vida, arrojen acciones dirigidas al bien común, independientemente de que hoy los ejemplos van en contrario imperio, es decir que el “éxito” es de quien pueda exhibir mayores bienes materiales o bienes intangibles que no usados de manera correcta, como el poder y la autoridad.

Según la tradición, Juan el Bautista es el primero en llamar a Jesús como Cordero de Dios, por lo que le reconoce su esencia y misión entre los hombres. Tenía bien claro que él solo era un instrumento y que el verdadero y único enviado era Jesus.

“Tras de mí, viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Con estas palabras, Juan logra mantenerse firme ante las provocaciones de los fariseos y constantes ataques sobre su identidad y autoridad. De igual manera nos puede ocurrir hoy día, pues al no tener definidos nuestros valores y perfiles, no sería difícil caer en las trampas sociales, única y exclusivamente agradar a los demás, trampa triple P: pasajera, peligrosa y perniciosa.

Durante mi cursillo de cristiandad, ocurrieron dos cosas fundamentales. La primera fue mi encuentro personal con Jesús, hacer como Juan en su reconocimiento o como San Ambrosio al llamarle Eklektós (el escogido); de esta manera estoy muy claro y sin vacilaciones cuando se me presentan situaciones, pues me pregunto qué haría Jesús en esa misma situación, ya que es mi camino a seguir. La segunda fue mi obligación como cristiano de dar testimonio de Él, como Juan, que luego de reconocerle manifiesta: “Y yo le he visto, y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios”.

Testimonio de cada uno de nosotros es que necesita la sociedad, si queremos verla sana y que no nos sorprenda que las personas sean honestas, íntegras, perseverantes, humildes y con esperanza. Es la mejor medicina que podemos aplicar a este cáncer de la indiferencia, consumismo y egolatría.

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