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DOS MINUTOS

El viejo carro

En el evangelio de este domingo, Mateo 3, 1-12, aparece San Juan Bautista proclamando: “Conviértanse, que ya llega el Reino de los Cielos”. ¿Qué quería decir este llamado?

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Luis García DubusSanto Domingo

“Si quieres llegar a la capital, en esta rotonda hay que...” “¡Cállese, viejo, que usted no sabe!”, interrumpió a gritos quien iba manejando, y añadió en forma petulante: “¡Yo sé dónde es, es derecho!”

Parecía mentira que estuviera al mando una persona tan joven, pero era su carro; se lo habían regalado sus padres, así que él lo manejaba como le viniera en ganas y no aceptaba indicaciones de nadie. Mucho menos de ese viejo que iba sentado en el asiento de atrás.

El viejo calló. Había hablado en voz baja, y ahora, mientras veía al joven tomar el camino equivocado, guardó silencio.

El joven aceleró y aumentó el volumen del radio. “¡Todo está bien! ¡Cool, man, cool!”, dijo en voz alta, sabiendo que aquel viejo ridículo no iba a entender nada.

Poco más adelante, comenzó a dudar. ¿Y si él se había equivocado? “Pregúntale a esa gente”, sugirió suavemente el viejo en ese preciso momento. El joven bajó la música y, aunque a regañadientes, preguntó.

Ya usted sabe cómo es la gente de Santiago. Con mucha amabilidad le explicaron por dónde tenía que volver y cómo encontraría el camino. Poco tiempo después, estaban tomando la vía que el viejo había dicho desde el principio. Pero el viejo no lo mencionó, solo se alegró.

Fin de la historia. De la suya, de la mía, de la de muchos que hemos manejado el carro de nuestra vida quizás muy aceleradamente, tal vez con una música bien fuerte, mientras íbamos, confundidos por nuestras propias ideas inmaduras, por el camino equivocado.

Pero había un viejo acompañándonos todo el tiempo. Quizás hablando en voz muy baja, quizás en silencio, pero todo el tiempo allí, todo el tiempo presente.

Y un día le hicimos caso. Preguntamos, nos orientaron y dimos un viraje. Quizás pequeño, quizás violento, eso depende de la historia personal de cada uno.

El hecho es que cambiamos nuestro enfoque acerca de cómo lograr tomar la ruta correcta hacia nuestra propia felicidad. Cambiamos de dirección o caminoÖ y le empezamos a encontrar sentido a nuestra vida.

La pregunta de hoy ¿Qué significa “convertirse”?

En el evangelio de este domingo (Mateo 3, 1-12) aparece San Juan Bautista proclamando: “Conviértanse, que ya llega el Reino de los Cielos”.

El evangelio de Mateo fue escrito en griego, y hay dos palabras para decir “conviértanse”. Una es “metanoia”, que significa “cambio” (meta), de “mentalidad” (nous). Así que convertirse quiere decir cambiar de mentalidad. La otra es “epi-strepho” que significa “volver”.

¿Acaso no es esto lo que le pasó al joven de la historia? Al darse cuenta de que iba por donde no le convenía, cambió de mentalidad (de opinión, de enfoque, de parecer, de concepto) y el resultado lógico fue “volverse” naturalmente y buscar su felicidad por el camino correcto.

Bendito sea Dios que nos conduce, y dichoso aquel que se deja conducir, escuchando la suave voz de “El Viejo” en el silencio.

Nota: agradezco mucho a Dios que un periódico tan digno como La Información haya publicado ya durante años mi columna “Dos minutos” cada semana.

Admiro a La Información por el énfasis que hace en decir la verdad, cuidándose mucho de resaltar nuestros mejores valores y transmitiendo siempre un mensaje de esperanza y confianza en la calidad del dominicano.

Pido a Dios llegar alegres y agradecidos a los 100 años

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