Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

DOS MINUTOS

¿Cristiano?, ¿qué es eso?

Avatar del Listín Diario
Luis García DubusSanto Domingo

Lucas 13, 22-30

Albert Einstein, considerado como poseedor de la mente más brillante del siglo XX, expresó:

“El verdadero valor de un ser humano se determina por la medida en la que ha conseguido liberarse del Yo.”

Es cierto. Estamos tan ocupados pensando en lo que yo siento, lo que yo necesito, lo que yo pienso, lo que yo temo...

Einstein afirma que hay que “conseguir” liberarse de esta obsesión esclavizante, pero, ¿cómo?

Una frase de Jesucristo me ha abierto el entendimiento acerca del “cómo”, y es esta:

“El que come mi carne y bebe mi sangre vive en mí y yo en él”

En efecto, en la medida en que Él viva en mí, va desplazando mi pobre yo, y va ocupando mi interior llenándolo de luz, de verdad, y de vida

Entonces, liberarse del yo no es algo a “conseguir”, sino a permitir.

Él quiere ocupar mi casa. Yo sólo tengo que abrirle la puerta de par en par.

“Vivo yo, mas no yo, es Cristo que vive en mí” expresó San Pablo cuando ya estuvo totalmente liberado.

Ahora veamos:

Nosotros los dominicanos estamos haciendo lo que sea para tener una visa de entrada en un país donde pensamos que viviríamos mejor, y esto está muy bien. Pero existe otro país donde se vive mucho mejor que en cualquier lugar del mundo.

En el evangelio de hoy aparece uno preguntándole al Señor Jesús si son muchos los que pueden “conseguir visa” de entrada para ese “país”, y el Señor no le responde. Más bien le explica quiénes son los que entran y “se sientan en el banquete de Dios”. Y dice que la puerta para entrar allí es estrecha, por lo que “muchos intentarán entrar y no podrán”.

Dígame una cosa: ¿Por qué no puede entrar alguien por una puerta estrecha?

- “Bueno, porque no cabe”

- “¿Y por qué no cabe?”

Piénselo. Tiene que ser porque está muy gordo o muy grande, ¿Verdad?

Ser “gordo” o “grande” significa, sencillamente, creer que uno está lleno de méritos por sus actos, o lleno de honores y de reconocimientos, y cree que esto le da derecho a reclamarle al Señor que lo deje entrar.

La pregunta de hoy entonces, por fin ¿cómo consigue uno entrar?

¡No se consigue! ¡Se recibe como un regalo! A este respecto, dice Javier Garrido, reconocido teólogo de ésta época:

“Ya no estamos en la edad en que creíamos que salvarnos era cuestión de empeño” Y añade: “La verdad es que el Reino no llega a todos los que han recibido el bautismo, asisten a misa, y recitan muchos rosarios en voz alta”. (Seguir a Jesús en la vida ordinaria-, pág. 320).

Tomas Keating concuerda con esto, afirmando: “El evangelio es algo que vivir, no un conjunto de observaciones externas” (Intimidad con Dios, pág. 22)

Espero que a usted y a mí el Señor nos haga pequeños, llenos de humildad y de confianza, para que podamos entrar por esa puerta.

“Si basta con humillarse, con soportar serenamente las propias imperfecciones, ¡He aquí la verdadera santidad!”. Santa Teresita de Lisieux. Un “pequeño” vacío de sí, y lleno del señor. Eso es ser cristiano.

Tags relacionados