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DOS MINUTOS

Vivimos durmiendo, de prisa y con miedo

El propósito de la religión es mostrarnos a Dios presente, quitar las escamas de nuestros ojos, despertarnos. Tenemos que abrir los ojos del espíritu, tenemos que despertar

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Luis García DubusSanto Domingo

Seguramente conoce esta historia, pero se la voy a contar de todas maneras, porque es muy corta.

Una turista que fue a la india a ver a Teresa de Calcuta, estaba observándola mientras esta limpiaba a un leproso. Cuando terminó, le dijo: “Yo no hago eso ni por un millón de dólares”.

Y la madre Teresa respondió: “Ni yo tampoco”.

Pero este ejemplo está un poco lejos. Después de todo, no todos son personas con vocaciones y misiones extraordinarias. Usted y yo, por ejemplo, no somos santos, pero tampoco somos mediocres: somos personas normales.

¿Qué relación tiene este ejemplo, entonces, con personas normales como usted y yo? La relación está en que tanto ellos como usted y yo pertenecemos al mismo “pequeño rebaño”. La diferencia es que ellos están más despiertos que nosotros, y parecen haber visto algo que yo, desde mi prisa, y mi miedo, solo vislumbro.

En el evangelio de hoy (Lucas 12, 32-48) el Señor nos dice: “No temas pequeño rebaño, porque a su padre le ha parecido bien darles a ustedes el reino”.

En esta revelación el Señor nos está animando a que despertemos a estas tres realidades:

1. Pertenecemos a su pequeño rebaño.

2. Dios es el papá suyo y mío.

3. No tenemos que tener miedo alguno, porque Él ha tenido a bien darnos el reino, como lo da un rey a sus hijos.

¡Miedo! ¡Con cuánto miedo vivimos! En una reunión familiar que hiciéramos a propósito del Día de los Padres, mi hijo Carlos dijo: “Yo pienso que pasados algunos años nos reuniremos nuevamente todos ya en la otra vida, y nos reiremos muchísimo de todos los miedos que teníamos”. Tiene razón. ¡Cuántos miedos! ¿Verdad? ¿Usted se imagina lo que usted haría solo si no tuviera miedo?

La pregunta de hoy

¿Cómo liberarnos del miedo?

La expresión “no tengan miedo” aparece 365 veces en la Biblia, y aquí está la manera de liberarnos: despertar. Adán y Eva, estaban despiertos. Ellos podían ver a Dios todos los días, y conversar con Él personalmente. Ahora está reconocido que el ser humano ha perdido esa visión. Tenemos que abrir los ojos del espíritu, tenemos que despertar. El propósito de la religión es este: Mostrarnos a Dios presente, quitar las escamas de nuestros ojos, despertarnos.

“Buda” significa “estoy despierto” en sánscrito. Y Jesús no deja de repetirnos “estén alertas” (Lucas 12,37, Marcos 13,33-37, Mateo 25,13). Pero nos lo han traducido en tono de advertencia amenazante, en vez de animarnos a descubrir a un padre amoroso presente en toda nuestra vida, lo cual le daría sentido y nos quitaría el miedo por completo.

Las personas normales, como usted y yo, pueden percibir y experimentar la presencia de Dios en sus vidas cada día. Solo necesitamos creer en Jesucristo amando y sirviendo a los demás.

“El que cree en mí, aunque su cuerpo haya muerto, tendrá vida en su alma hasta que el cuerpo mismo resucite para no morir nunca más. Y cualquiera que vive en su carne y cree en mí, vivirá para la eternidad a causa de la vida del Espíritu y de la inmortalidad de su resurrección”, dijo San Agustín.

De modo que la próxima vez que usted vaya a un mortuorio, recuerde esto: lo que ha muerto es solo su cuerpo, pero él o ella están vivos, porque su alma está viva.

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