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DOS MINUTOS

Lo único que vale es el amor

El evangelio de hoy, que está en el libro de Lucas, en su capítulo 12 nos narra la historia de un pobre rico que estaba apegado a sus posesiones. Y el Señor le llama “necio”

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Luis García DubusSanto Domingo

Dice un viejo cuento que un multimillonario pidió ser enterrado con todo su dinero. Entonces el hijo mayor hizo un cheque por varios millones, y lo tiró en el ataúd, complaciéndolo de esta manera.

Es tonto, pero tenemos miedo, y vivimos apegados a cosas pasajeras, como si pudiéramos llevárnoslas al partir de este mundo.

¿A qué está apegado usted? Yo estaba apegado a mi esposa.

Después de 65 años de casados, aun estaba enamorado de ella, y más aun, ella era el amor de mi vida.

Ahora ella enfermó, y a los tres meses se fue. No digo que murió, digo que se fue y creo que está esperándome en alguna dimensión, en algún estado de vida diferente, al cual pronto llegaré también yo.

Pero estaba tan enamorado de ella, que actualmente me siento tan solo que no sé ni cómo ni para qué estoy respirando.

Es lo malo de los apegos, uno se aferra tanto a ellos (sea una persona o sea una cosa) que no entiende cómo vivir sin ellos. Pero no debo culparme tanto. Después de todo, lo mismo les pasó a los apóstoles cuando le mataron a su querido Maestro.

Ahora entiendo mejor a Eric From (“El arte de amar”) cuando dice que no es igual decir “Te amo porque te necesito” que decir “Te necesito porque te amo” En efecto, así como el niño necesita que lo amen, el adulto necesita amar. Ese es mi vacío: yo la necesitaba tanto porque la amaba tanto.

Pero volvamos al tema: Hoy el evangelio nos habla de un pobre rico que estaba apegado a sus posesiones.

Y el Señor le llama “necio, porque esta misma noche te van a exigir la vida” y añade: “Lo que has acumulado, ¿de quién será? Así será el que amasa riquezas para sí, y no es rico ante Dios”.

La pregunta de hoy ¿Cómo se es rico ante Dios? Ante Dios “el dinero” es el amor.

Esto es lo único que vale.

El padre Maza, en su artículo “Necesitar y merecer amor” nos dice: “Fe es fiarse del amor de Dios y la fe siempre será una aventura porque todo el que cree se apoya en un amor y un perdón mayores que los merecidos”.

Apegados a ese amor que nunca perdemos, estamos seguros, confiados y agradecidos.

Y al amparo de ese amor podremos rebosarnos, y empezar a amar a los demás del mismo modo en que somos amados.

Ese es el “mandamiento nuevo”, y esa es la forma de ser ricos ante Dios: “Ámense unos a otros como yo les he amado”.

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