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DOS MINUTOS

Revelación a una adolescente

En el evangelio de hoy, aparece Jesús haciéndoles a sus discípulos una pregunta clave: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”

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Luis García DubusSanto Domingo

Hace un tiempo, recibí un correo electrónico de una adolescente que me ha llenado de alegría y de agradecimiento a Dios, por la revelación que le ha hecho.

Mire lo que ella dice: “Yo vivía una vida muy apegada a principios y conceptos religiosos, y no sé si usted me entienda, pero me sentía presa por las reglas de la ley y no conseguía paz, aunque sabía que Dios, tal como usted me enseñó en una de sus columnas, lo que da es paz”.

“Un día, no sé cómo, descubrí que él también era mi papá, mi hermano, mi amigo. Que no tenía que tenerle miedo. Y comencé a escucharlo, a ir a misa a escuchar a mi Dios, a mi Jesús. Vi que ese ‘tipo’ no solo murió en una cruz por mí, ¡sino que resucitó! Está vivo, y eso, aunque usted no lo crea, yo no lo había razonado ni en mi mente, ni en mi corazón”.

“Hoy tengo esperanzas, cuando voy a la iglesia salgo feliz, con una buena noticia en mi corazón, no presa y triste como antes”.

Ahora yo le pregunto a usted: ¿Qué le ha pasado a esta muchacha? ¿Cómo es que antes se sentía “presa”, y ahora está “llena de esperanzas”? ¿Cómo es que antes salía de la iglesia “sin paz”, y ahora “sale feliz, con una buena noticia” en su corazón, y no triste como antes? ¿Cómo es que antes “le tenía miedo a Dios”, y ahora. “va a misa a escuchar a su Jesús”?

Lo que le ha sucedido es que ha cambiado la imagen que tenía de Dios.

En el evangelio de hoy, aparece Jesús haciéndoles a sus discípulos una pregunta clave: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”

La gente decía que él era Juan Bautista, Elías, o uno de los profetas antiguos que había vuelto a la vida. Imagínese usted, una especie de “fantasma milagroso” que iba a resolverles todos sus problemas tanto personales como sociopolíticos.

¿Quién puede tener una relación de confianza personal y amistad íntima con alguien tan etéreo y lejano como eso?

Desde esta imagen tendrían que relacionarse con él por puro interés, pero siempre llenos de miedo.

Creo que vivimos en una constante transformación. Y esa transformación la va haciendo Dios en nuestro interior día por día. No podemos vivir dos días en un día, y el pan que pedimos es el de hoy, no el de esta semana o este mes. La sabiduría de vivir cada día lo que él nos da es un tesoro.

La pregunta de hoy ¿Acaso no es precisamente este el tipo de relación que tiene mucha gente hoy con Dios: por puro interés y siempre con miedo?

Y esto es un contrasentido: ¿Cómo va usted a tenerle miedo al amor? Quien tiene miedo a Dios, es porque no ha descubierto que Dios es amor. Cumplir leyes por el temor a ser castigado es el antiguo testamento. Actuar movido por el amor es el nuevo: la Nueva Alianza, basada en el Espíritu Santo, que es amor.

Dice Teresita de Lisieux que a ese Dios ella no puede tenerle miedo, que esto es algo que le resulta imposible. Ella, sabiéndose pequeña y débil, dice que desea “subir a Dios por el ascensor del amor y no por la escalera del temor”.

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