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SENDEROS

El Señor nos llama ante su presencia

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Thany Matos de SuccartSanto Domingo

Todos tenemos momentos felices, perturbadores, infelices, de pena, dolor, sufrimientos, y otras muchas dificultades, pero también hemos vivido lo opuesto a todo esto. Debemos pasar por todo lo que queremos excluir de nuestras vidas para llegar a ser lo que queremos ser. Entonces estaremos listos para oír el llamado que nos hace el Señor, pero al oírlo debemos responder porque para eso nos hemos estado preparando la vida entera, desde que nacemos hasta el momento culminante de aceptar lo que somos: seres hechos de una esencia del suspiro divino del propio Dios. Muchas veces ese llamado se convierte en sutiles voces que ignoramos porque el ego no nos dejas oírlas, también las ignoramos porque el oírlas conlleva apartarnos del vicio que nos corroe en ese momento, otras veces los llamados son tan claros que pensamos estamos locos, “eso no puede ser conmigo”, pensamos; otras veces el Señor se vale de situaciones o personas para hacernos el llamado ante Él, en otras utiliza el propio vicio, la propia debilidad, para decirnos: “ Ven a mí, yo soy el único vicio que no daña”.

El llamado de cada cual será diferente al de los demás aunque las debilidades sean las mismas, recuerden que el Señor dijo no vengo a buscar salvos, si no pecadores. Los llamados más sublimes son cuando los hace en persona, sólo conozco un caso donde el Señor lo hizo así y la persona no respondió. ¿Cómo sabemos que nos habla a nosotros?, por ejemplo, cuando al que toma alcohol le comienzan a oler mal las bebidas, cuando la prostituta es rechazada por sus propias compañeras, cuando el que roba es víctima de su propio delito, cuando una persona cree que su vida es perfecta pero siente que le hace falta algo, o algo tan simple como cuando sus pensamientos están en el Señor y viene alguien a hablarle de Él.

No podemos dejar que las garras de la maldad llegue a tocarnos y si lo ha hecho, le aseguro que conozco y tenemos al mejor médico para curarse, se llama Jesús. Convertirse al Señor no quiere decir que deje de ser usted, no, lo único que dejará será son sus debilidades para conocer y convertirse en un ser renovado, una versión de usted mismo más brillante a la luz del Espíritu Santo. Una versión de nosotros mismos sin angustias internas, confiados en que cuando lleguen los problemas tendremos a quien dejárselos. Escuchen, en estos momentos están pasando lista, tienen que responder cuando oigan su nombre, para que puedan vivir lo que muchos ya estamos disfrutando al conocer al Señor. El Señor es mi pastor y nada me falta.

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