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DOS MINUTOS

Dinero, sabiduría y éxito

Para un hombre que haya recibido sabiduría, las personas serán siempre más importantes que el dinero, el poder o el placer. Éxito es priorizar, y es usar el dinero con sabiduría, ayudando a los necesitados

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Luis García DubusSanto Domingo

¿Estaría usted dispuesto a vender todos sus hijos por cien millones de pesos?

¿Cuántos de nosotros seríamos capaces de asesinar a un desconocido por esta misma suma? ¿Lo haría usted?

Estas preguntas podrán parecer extrañas. Sin embargo, una encuesta como esta podría revelar hasta qué punto creemos que el dinero vale.

Desde luego, no es algo que se me ocurrió a mí. De hecho, en EE.UU., dos psicólogos llamados Edward Deci y Richard Flaste hicieron esta encuesta y yo tengo los resultados. Aquí van: Tres por ciento de los norteamericanos estaría dispuesto a vender todos sus hijos, y siete por ciento mataría a un desconocido. (“Why we do what we do” 1995. Primera edición, página 133).

Estamos dedicando la mayor parte de nuestros esfuerzos a producir dinero, como si este fuera un bien absoluto que pudiera proporcionarnos todo lo que deseamos.

¿Estamos acaso en lo cierto? ¿Es el dinero la solución a todos los problemas y, por tanto, el bien mayor al que debemos aspirar?

Si usted se ha atrevido a creerle a Jesucristo encontrará la respuesta en el evangelio de hoy (Marcos 10, 17-30). Léalo, y verá usted que en él, el Señor dice qué es lo que puede hacernos realmente exitosos y felices.

Conozco una persona que se ha atrevido a creerle al Señor. ¿Resultado?

Que no es una persona rica en dinero, pero sí en amigos, sí en amor y sí en paz. Que a su familia nunca le ha faltado nada que no sea lujos, y que es una eterna agradecida de que el Señor la haya mirado un día con cariño, y le haya hecho el inapreciable regalo de su amistad personal.

Como dice la primera lectura de la misa de hoy, esa persona sigue recibiendo, “un espíritu de sabiduría”, y “todos los demás bienes le han venido con ella”.

Esta es la buena noticia de hoy. El Señor nos mira con cariño, y nos quiere dar a usted y a mí ese espíritu de sabiduría, un valor tan grande que “todo el oro a su lado es un poco de arena, y junto a él, la plata vale lo que el barro”.

La pregunta de hoy

¿Está el Señor en contra de las riquezas?

En un artículo publicado en el periódico Camino dice el arzobispo de Sevilla: “La pobreza de Madre Teresa no era desprecio de las cosas de este mundo, sino valoración de las personas”.

Las personas serán siempre más importantes que cualquier otro valor para un hombre que haya recibido sabiduría.

San Pedro tenía su casa, y Marta y María tenían una posición económica desahogada.

Lo que sí queda claro es que solo mediante un milagro podrá salvarse una persona que esté apegada a sus riquezas y fundamente su vida en el bienestar material. Porque piense usted: ¿tiene alguna lógica que una persona dedique 10 o 12 horas diarias para ganar o gastar dinero, mientras piensa que con 45 minutos semanales ya está bueno para Dios...?

Éxito es priorizar, y es usar el dinero con sabiduría, ayudando a los necesitados, preferiblemente sin que ellos lo sepan.

A Gandhi le preguntaron quienes eran los mejores maestros. Él dijo: “Los niños”.

Yo digo que son los pobres.

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