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REFLEXIÓN

Pan vivo bajado del cielo

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Johnny Ricardo DiazSanto Domingo

En versículos anteriores, Jesús afirma que ha descendido del cielo para hacer la voluntad del que lo envió y es que de todo lo que Él le dio no se pierda nada sino que él los resucite el día postrero (vers.

38-40). En los versículos de hoy, los judíos se escandalizan y muestran su falta de fe diciendo que Jesús era el hijo de José, cuyos padres conocían, y Jesús responde categóricamente sobre su unidad con el Padre, afirmando que todo el que viene a Él es porque el Padre lo atrae a Él y que todo el que escucha al Padre, aprende del Padre y viene a Él (vers.42-45) Jesús afirma que solo quien viene de Dios ha visto al Padre, y nos hace varias promesas: “el que cree en mí tiene vida eterna” (ver.47) “yo soy el pan de vida” (ver.48) y que “si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre” (ver.51) Para quienes creemos en Jesús y le creemos a Jesús, la vida eterna, la vida en gracia comienza con creerle a Él (Juan 17,3) y permanecer en su amor, cumpliendo sus mandamientos, como Él permanece en el amor del Padre (Juan 15,10) Jesús sentencia “El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él” (ver.56) y es radical, usando el verbo masticar en lugar de comer. He aquí la estatura de la Eucaristía: Jesús está presente, vivo! El pecado es “pan de muerte” porque corrompe tu ser, tu familia, la sociedad, esparciéndose como virus, hiriendo, desuniendo, matando relaciones: de esposos, de padres e hijos, de hermanos, profesionales, en todos los estamentos de la sociedad.

La vida es posible por pequeños actos de fe: creemos que el oxígeno no se agotará, que la comida del restaurante no tiene veneno, que el chofer del autobús o el avión está en su juicio y no se estrellará.

Comer a Jesús, “el pan de vida” exige morir a muchas cosas que “...me son lícitas, pero no todas son de provecho” (1ra. Corintios 6,12). Y como “todo es posible para el que cree (Marcos 9,23) a ti lector te toca decidir creer o no, que Jesús está vivo, y que si lo aceptas puede convertirse en el ideal de tu vida, como lo aprendí en mi Cursillo de Cristiandad: en vez de una celda estrecha, su “pan de vida” es un barandal de protección para mi alma y mi familia.

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