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Latinoamérica abandonó a Haití

Muchos presidentes latinoamericanos suelen pronunciar discursos grandilocuentes sobre la solidaridad continental, pero cuando Haití pidió ayuda internacional para combatir las pandillas armadas que ya han tomado más del 80 por ciento de la capital, ni uno de los países más grandes de la región ofreció su apoyo.

Ante la falta de apoyo latinoamericano, el asediado primer ministro de Haití’, Ariel Henry, viajó a Kenia la semana pasada para tratar de reclutar fuerzas policiales en ese país y poner en marcha una Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad de Haití, coordinada por las Naciones Unidas.

Según el plan de la ONU, Kenia encabezará esa fuerza enviando 1.000 agentes policiales a Haití, y otros países proporcionarán miles más. Pero hasta ahora, los únicos países que se han comprometido a enviar fuerzas policiales a Haití son Benín, Chad, Bangladés, Bahamas y Barbados, dijo un portavoz de la ONU el 29 de febrero.

El gobierno haitiano declaró el domingo el estado de emergencia, después de que pandillas armadas irrumpieran en la prisión de alta seguridad más grande del país y liberaran a hasta 3.500 reclusos.

El lunes, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, y el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, pidieron urgentemente la ayuda internacional para evitar que las pandillas tomen el control total del país.

Más de 1.000 haitianos han sido asesinados por pandilleros solo en enero, y cientos de miles han huido de sus hogares en los últimos meses para escapar de asesinatos indiscriminados, secuestros y robos violentos.

Almagro dijo que la cooperación internacional en materia de seguridad con Haití “es más necesaria que nunca” y calificó la ausencia de dicha ayuda como “irresponsable”.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha ofrecido 200 millones de dólares para ayudar a financiar la misión de seguridad de la ONU.

Pero Washington es reacio a enviar fuerzas policiales por la larga historia de intervenciones militares estadounidenses en Haití -especialmente la ocupación del país entre 1915 y 1934- ha dejado muchos rencores en la población haitiana.

Aunque Brasil lideró una fuerza multinacional de paz en Haití durante varios a–os hasta 2017, ni Brasil ni ningún otro país latinoamericano está dispuesto a asumir ese papel hoy, dicen los expertos.

Los funcionarios latinoamericanos dicen que los países de la región tienen sus propios problemas de seguridad, y que sus fuerzas policiales carecen de personal suficiente. “Eso haría muy impopular internamente para cualquier gobierno enviar policías a otro país”, me dijo un diplomático latinoamericano en Washington.

Además, la violencia y la crisis política de Haití hoy son mucho peores que cuando Brasil lideraba la fuerza de paz de la ONU. Los expertos dicen que podría haber muchas muertes entre las fuerzas policiales extranjeras en Haití.

Diego Da Rin, analista de Haití del International Crisis Group, un centro de estudios con sede en Bélgica que se especializa en ayudar a prevenir conflictos, me dijo que las dudas sobre la legitimidad del primer ministro Henry contribuyen a la “falta de apetito” de muchos países para participar en el plan de asistencia de seguridad para Haití.

La legitimidad de Henry está siendo cuestionada por la oposición haitiana. Los países latinoamericanos quieren que Haití resuelva su crisis política interna antes de decidir ayudar a un gobierno muy controversial en Haití’, me señaló.

“Debería haber mucha más presión regional sobre el gobierno y la oposición en Haití para que lleguen a un acuerdo para compartir el poder”, me dijo Da Rin. “Eso ayudaría a materializar esa ayuda externa en materia de seguridad”.

Estoy de acuerdo. Henry había prometido dejar el poder en febrero, pero posteriormente dijo que necesita restablecer el orden antes de poder convocar elecciones libres y justas. Ahora propone hacer las elecciones antes del 31 de agosto del 2025.

Lo menos que pueden hacer los países latinoamericanos es asumir un papel activo y presionar al primer ministro de Haití y a la oposición para que formen un gobierno de unidad que haga posible que más países manden fuerzas policiales a la misión de la ONU en Haití. Lo peor que pueden hacer es lo que están haciendo ahora: nada.