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QUO VADIS

No forzar la jugada

Desde hace mucho tiempo aprendí que cuando algo presenta muchos obstáculos para concretarse, en algunas ocasiones debemos dejar fluir las cosas y no obstinarnos en ir contra de la corriente.

A veces pienso que puede ser, para los creyentes como yo, hasta un mensaje del Señor. Tantas veces me he librado de situaciones engorrosas, incluso he preservado hasta la vida por no asistir repentinamente a algún lugar en que debía estar presente, pero que por las circunstancias me fue imposible asistir. A veces, el destino o el azar entran en juego de manera inexorable.

En una ocasión, cuando el fenecido amigo Frank Guerrero Prats era gobernador del Banco Central, a quien recuerdo con mucho agradecimiento por el fino trato y la alta valoración y distinción que siempre me dispensó, pasó algo parecido.

Fue invitado a dictar una conferencia en el prestigioso L'Institut d'Études du Développement de la Sorbonne (IEDES) en Paris, Francia. Ningún otro dominicano hasta ese momento había comparecido en tan importante escenario académico parisino. Pero teníamos apenas tres semanas para organizar el viaje.

En mi calidad, en ese entonces, de secretario del Banco Central inicié las gestiones para su visado Schengen. Pero todo fue de mal en peor. Cada vez que se solicitaba el visado a un consulado pasaba algo. En el francés no se pudo, porque por error de alguien se terminó el papel de estampar el visado. Entonces, hicimos la tramitación por España y cuando se la iban a estampar se trancó la máquina con su pasaporte y esa semana no se le expidió visa a nadie.

Ante esta situación, bastante extraña, tuve que ir donde la embajadora de los Países Bajos, la cual era una fraterna amiga, y los holandeses le estamparon el visado el mismo día, pero cuando revisamos le faltaba una letra a su nombre.

Yo en ese momento le dije: “mire gobernador, si a mí me pasa esto, yo no voy”. Se quedó mirándome y me dice: “Miguel esto es algo único en la historia, yo tengo que ir”. Mi respuesta fue: “tranquilo, usted irá”. Los holandeses nos resolvieron el problema de manera expedita, el mismo día que viajaba.

Nada más llegó al aeropuerto Charles de Gaulle, en la misma terminal aérea le robaron el maletín y él le cayó detrás al asaltante, sin poder alcanzarlo. En el portafolio tenía su pasaporte, los documentos, la conferencia y el dinero. En el consulado nuestro en París se tuvo que emitir una carta de ruta para que pudiera retornar.

Pero ahí no terminó la cosa. Estaba un poco agripado, se fue congestionando y tuvieron que internarlo de emergencia con una neumonía. Los seis días que duró en París estuvo interno. Una amiga que estaba realizando su especialidad médica en esa urbe, lo estuvo asistiendo en ese momento y era el único contacto para conocer el progreso del paciente.

Cuando retornó al país, me expresó: “Miguel definitivamente no se puede forzar la jugada”.