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Vacaciones, descanso y límites

Julio es, regularmente, el mes de las vacaciones. El concepto deriva del latín “vacans”, participio del verbo vacare: “estar libre, desocupado, vacante”; es decir, las vacaciones como tales, surgieron en la Antigua Roma. Pero dejaron de ser un privilegio hace, relativamente, poco tiempo. Para Jesús, por ejemplo, las vacaciones no eran un privilegio, sino una necesidad; así lo indica Marcos 6, 31: “Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco”. Después de unas jornadas agotadoras ¡Qué gesto tan hermoso y tan humano de parte de Jesús hacia sus apóstoles! Las vacaciones son fundamentales para la salud: mental, física, emocional, espiritual, familiar y social.

Las vacaciones veraniegas, si no son “desfiguradas” por la disipación y la simple diversión, pueden convertirse en una ocasión propicia para fortalecer la vida interior. Las vacaciones son uno de esos derechos que endulzan la vida y consiguen que valga el esfuerzo vivirla.

El descanso, ya sea diario, semanal o anual, es un tiempo sagrado porque favorecen el cuidado de la persona. La pausa, en todo, es necesaria para todos y en todas las edades. Definitivamente, hay que poner límites al trabajo para asegurar la salud. El exceso de trabajo nos mata. Los límites nos hacen mejores personas y nos evitan serios padecimientos. La expresión “no tengo tiempo para mí” está indicando una ausencia seria de límites en el individuo. Establecer límites es clave para el cuidado de la persona. El exceso de trabajo o falta de descanso genera: frustración, irritación, enojo y amargura. Y promueve un resentimiento prolongado que afecta la manera de percibir las intenciones de los demás, de descifrar y vivir el presente.

Las vacaciones son necesarias por múltiples razones: se gestiona mejor el estrés, se evitan las enfermedades cardiovasculares, se combate la depresión, se duerme mejor, se recargan energías y se restablece el balance del organismo. Asimismo, se renueva la creatividad, las relaciones familiares y la productividad, contribuyendo al ordenamiento del pensamiento.

Los mejores aprendizajes se obtienen al explorar, aventurar y conocer cómo viven, piensan, comen y son otras personas u otras culturas. Lo que contribuye a tomar conciencia de que la realidad que vivimos es diferente a como la viven otras personas. Además, de que existen otros modos de hacer las cosas y darle a la vida y al trabajo otro sentido, ayudando a expandir los propios horizontes y creencias.

Se ha de estar atentos porque existe un síndrome que se denomina pos vacacional, estrés o depresión pos vacacional, que consiste en la ansiedad que se experimenta al reincorporarse a las actividades laborales ordinarias después de disfrutar de un período de vacaciones. Los síntomas de este síndrome son: el cansancio excesivo, trastornos del sueño, apatía, tristeza, malestar en general, desinterés por el trabajo o falta de concentración.

Para menguar este padecimiento se recomienda: programar el regreso de vacaciones, al menos, dos días antes de reintegrarse al trabajo; días antes del retorno al trabajo ir a dormir un poco más temprano y evitar despertar tarde, como regularmente se hacía en el período vacacional. 

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