PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

Peripecias de los jesuitas franceses 1789 – 1848

Como se sabe, el papa Clemente XIV (1769 – 1775) suprimió la Compañía de Jesús en 1773. 

Durante la Revolución Francesa, treinta y ocho exjesuitas perecieron; unos, degollados en la prisiones de París (septiembre 1792) en la histeria ante la victoriosa invasión Austro prusiana; varios en Avignon; otros guillotinados y finalmente, los hacinados en las bodegas de barcos hacia el exilio. 

Los sobrevivientes jesuitas se unieron al clero diocesano. Los años de la supresión, treinta ocho jóvenes franceses viajaron hasta Polotsk (entonces Rusia) para entrar al noviciado. Napoleón expulsó de sus dominios a los antiguos jesuitas y el filo jansenista Fouché los persiguió tenazmente. Surgió en Francia un grupo de diocesanos organizado según el espíritu de San Ignacio de Loyola. Los poquitos exjesuitas de Francia, en 1808 tuvieron que dispersarse, pero siguieron creciendo incluso en la dispersión.

Cuando Pío VII (1800 – 1823) aprobó de nuevo la Compañía de Jesús el 7 de agosto de 1814, el anciano padre Picot de Clorivière, veterano jesuita, reunió a unos 70. Muchos provenían de los Padres de la Fe, una congregación religiosa inspirada en la Compañía. Eran dedicados sacerdotes sin mucha formación.

En la década de 1820, los obispos confiaron a la Compañía francesa ocho seminarios menores. Los jesuitas predicaban, daban misiones populares y confesaban.

Ya en 1826 había toda una campaña contra los jesuitas fomentada por volterianos moderados y católicos galicanos, que anteponían los intereses franceses a los mandatos del papa. En 1828, los jesuitas tuvieron que dejar la dirección de los seminarios menores.

La revolución de 1830, que depuso a Carlos X, expulsó a más de 400 jesuitas. Sus casas fueron saqueadas. La turba que asaltó la casa de Montrouge esperaban enfrentar a ¡3,000 jesuitas! Permanecieron unos cincuenta siempre hostigados. Algunos expulsados se dirigieron al Líbano y a los Estados Unidos.

Pasada la tormenta, los jesuitas crecieron tanto, que en 1836 ya había dos provincias jesuitas en Francia. Las conferencias del P. Ravignan en Nuestra Señora de París fueron muy apreciadas. Se fundó el apostolado de la oración (1844). Los jesuitas del norte de Francia, que contaban con 300 padres, predicaron 285 misiones en 1851. Las persecuciones de los años 1840 suscitaron más vocaciones. Los jesuitas franceses en las misiones eran 35 en 1840 y subieron a 403 en 1848. Brillaba el sol, pero había nubarrones.