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¡Fulgor de la poesía en el abismo!

(A la poeta española Ivonne Sánchez Barea)

E n tiempo de crisis y derrumbe moral, se inicia la Semana Internacional de la Poesía en la República Dominicana, auspiciada por la Universidad Autónoma de Santo Domingo y varias instituciones nacionales. Parece un desafío, una impronta absurda, un contraste. Pero es una respuesta del alma, de la cultura, de los valores más altos de la nación. Los poetas son reservas espirituales de los pueblos, tras su voz alta y cantarina, se gesta la alborada, la vida nueva del mañana. La poesía representa un universo flamígero de imágenes troncales, posibilita en su discurrir rotativo, caminos expresivos para fundar la esencia del canto trascendente, identifica las voces altas de la lírica, el desencuentro de formas y escuelas para adecuar la escritura a la urgencias mutantes de los ciclos literarios. La poesía es el nombre de todas las voces que pugnan por arribar de sus reconditeces al escenario de la lengua, al impulso grato del asombro, a las designaciones de todas las esferas donde gravita el ser.

Cuando un poeta asume el tejido del alma herida, hace de los versos el frontispicio de una aurora de palabras, sin excluir lo humano, logra un apoderamiento de metáforas, hace un llamamiento a la belleza constante, pule las formas, define la plataforma del texto, aborda todas las demandas, desde lo nacional hasta lo metafísico, de la expresión genuina de lo popular hasta la instancias de lo culto, desde la poesía coloquial hasta las pasiones asombrosas del amor. Toda la vida es un canto perenne, una cobija de palabras o pájaros. El poeta domestica el lenguaje para trocarlo en nuevas fundaciones de lo real en la dicotomía existencial del universo. El poeta asoma su grafía nerviosa en la página en blanco, y en su libreta de anotaciones acaudala las palabras de la tarde, la llegada de la noche, donde los duendes guían la versificación y los pujos poéticos de su verso maravilloso.

Todo el sumario del acto creador es cónsono con el acto vivificante de la poesía. Ella es un asidero del lenguaje. Por todos los caminos florece la estructura horizontal, lineal, paralela, oral, escrita de la palabra alada. Hay una pluralidad de espejos cóncavos y nostalgia que trepan en la materia sórdida, que recuperan vibraciones telúricas, que proyectan el alma humana como levitación concurrente de los hemisferios oníricos de la dicción. La poesía anterior al verbo fundacional. La poesía es anterior a la vida consciente. Es unicornio fabuloso, es verdor solícito de la belleza sin testigos, La poesía es ritual insomne de la canción urdida en la fatiga y el desconsuelo de la muerte. Cuando asistimos a una floración de espigas en la piel querida, cuando articulamos el núcleo sonoro de la lengua, brota el aliento poético sin nombradías sombrías, como ejercicio tenaz del encanto y el placer de cantar, de asumir las riendas del mar en una embarcación lapislázuli de cielo y centella.

Esta Semana de la poesía que inauguramos es un acto regio y hermoso. Estamos proclamando el reino de la poesía entre brumas y desafecciones. Estamos trillando versos y metáforas en un renacer continuo de gozo estético. Estamos dando la bienvenida a poetas de diferentes lugares del mundo que traen en sus mochilas, nuevos cantos de paz, de lucha y de amor. Otra vez la poesía se vuelve conjura y apresto de alborada. No nos pueden sustraer el verso encandilado, no pueden reducirnos la dimensión infinita de las palabras afinadas para la armonía y la templanza de los cantores.

Vamos juntos convirtiendo esta semana gloriosa de la poesía en Santo Domingo en un evento histórico de abrazos y cantos. Al frente de esta epopeya de letras y música, de esta conjura agridulce de quimeras, como el primero y el último de los habitantes de la belleza letrada del poema, esta Mateo Morrison, empinado para siempre en la solidaridad y el compromiso con la cultura, esa levitación de duendes que recrea y transmite los valores perdurables de una identidad y de una nación.

Bienvenidos poetas a esta media isla que canta por las noches frente al mar, que irrumpe en los escondites grimosos de las ruinas coloniales, frente a la dársena del rio, a las viejas casona donde aún moran vigilantes y siervos de la gleba hendida. Bienvenidos a este Festival de la poesía, a esta locura de creer en la música y en los versos, a esta cita a hurtadillas con el arpa melodiosa del viento entre los árboles. Gracias por acompañarnos a vivir y a morir en el pentagrama fosforescente de la poesía, amándonos para siempre. La poesía vive. ¡Viva la poesía!

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