PENSANDO

El lenguaje de la música

A través de la música se escuchan los suspiros del amor y desamor; y en sus notas no solo se plasman los amoríos, sino aquella familia o aquellos amigos que nos irradian un afecto insustituible. Con esa música escuchamos las palabras a medio murmurar de unos labios que desahogan a través de sus fibras las notas que nos hacen vibrar. Al percibir las tonadas, con los ojos vemos el corazón de los emocionados como yo. La música es el lenguaje del espíritu y su melodía es la brisa juguetona que hace temblar las cuerdas, llamando a la puerta de nuestro sentimiento recuerdos que solo pueden ser expresados a través de ella. La música despierta memorias dormidas en las profundidades de lo vivido.

Sus matices provocan melancólicas nostalgias que hasta nos llevan a llorar por un ser querido o sonreír por la paz que Dios nos brinda. El Creador formó al hombre otorgándole la música como lenguaje distinto a los demás. El primitivo cantó su gloria en la soledad, movió el corazón de los reyes y las delicadas flo- res las colocó a merced de los vientos. El trino del pájaro que nos despierta al amanecer nos llena de gloria con la sabiduría que reflejan sus cantos. El lenguaje musical alcanza su sublimidad cuando el trinar de las aves hace que las flores del campo hablen a los árboles y el murmullo de los arroyos nos brinda la tranquilidad que solo ellos pueden dar. Qué pensar de las olas del mar cuando tocan las playas delicadamente.

Es maravilloso sentir la música de la lluvia cuando cae sobre las hojas de los árboles y sus gotas tocan la ventana, conciliando el descanso al escuchar la música inconfundible de su caída. El lenguaje de la música es una simbiosis del alma y la naturaleza cuando conversan sin necesitar las palabras.

La música hasta puede interpretar el corazón humano cuando emana el fruto del dolor, pero igual la alegría, para convertirse en la fragancia que expresan los amantes cuando revelan sus secretos.

Y como si fuera poco, la música es inspiradora de poetas y compositores.

Quiero dedicar esta inspiración plasmando mi orgullo por nuestra música autóctona, “El Merengue”, patrimonio cultural intangible de la humanidad, que simboliza nuestro auténtico sentir; como también lo expresa nuestro Himno, exclamando nuestro gran fervor patriótico.

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