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REFLEXIÓN DEL ALMA

Irrespeto en la Patria Amada

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LEONOR PORCELLA DE BREASanto Domingo

Es verdaderamente triste sentir el irrespeto calando por toda la República Dominicana. Desde los hogares altos, medianos y paupérrimos, siempre hay alguien salido de la realidad, golpeando primero a sus propios progenitores y de ahí continúan hiriendo a seres humanos que no se lo merecen.

Consciente de esta realidad, en todo hogar debe de haber una mano fuerte, que incida en sus hijos con determinación hasta la adultez. Cierto que no tenemos cantidad de hogares con personas probas, que puedan encausar a la infancia por caminos rectos, de manera que alcancen la juventud como seres humanitarios capacitados y responsables, tan necesarios en nuestra nación.

¡La humanidad es bien recibida especialmente por todo ser humano, además de la necesitada pobreza, porque en nuestra amada patria lo que más abundan son los paupérrimos! El problema para ellos como para el resto de los habitantes, estriba: Primero, en que no todos los pobrecitos pueden o saben laborar adecuadamente; lo segundo es aún más triste, considerando que muchos dominicanos de todas clases sociales se preparan para salir adelante, pero no consiguen trabajo, incluyendo jóvenes profesionales.

Desdichadamente, por nuestras calles abundan niñitos harapientos y descalzos, pidiendo limosnas entre los automóviles, lo que implica que viven solos, porque siempre andan de su cuenta, buscando diversas posibilidades para trabajar. A uno de ellos le pregunte la razón de su soledad, y me respondió: “No conozco esa cosa, tampoco conocí a mi madre, porque murió al yo nacer, no sé quién es mi padre... ni siquiera sabía yo mi nombre. Pero una buena vecina me recogió de meses y me dio el nombre de Nonon, así me llaman, aunque me siento hijo del viento, del sol y de la lluvia, que son mis amigos, porque cuando llega la noche, me hundo en la oscuridad aterrado.”

Esa ausencia de transparencia de la noche, para nuestra infancia, se ha pegado de mi alma, a pesar de mi lucha por disolverla, lo he logrado, pero en cambio, me ha quedado una honda tristeza. De todos modos comprendo que así como nuestra amada patria va llenándose de torres, del mismo modo no tendremos que esperar demasiado tiempo sin que termine la ignorancia en nuestra amada Patria. Es una esperanza que estoy segura veremos realizar muy pronto felizmente.

Sin embargo, los paupérrimos tienen siempre la misma pena porque no tienen ni para alimentar sus vidas como tampoco el alma. Del mismo modo a miles de seres humanos les pesa vivir, porque se imposibilitan de llenar el inmenso vacío de sus necesidades perentorias. Mientras la triste infancia sigue con su tristeza, porque muchos pequeñitos no tienen hogares, como tampoco alimentos.

Amigos, los requerimientos humanos no tienen límites, por ser diversos y desiguales, tanto, que son casi siempre inalcanzables. A consecuencia, nuestra amadísima tierra se llena de irresponsables porque no desean educarse, a pesar de que en el presente existen facilidades para que los paupérrimos se eduquen, por el gran esfuerzo de nuestro Presidente, ordenando la construcción de varias escuelas, que deben de llenarse de estudiantes deseosos de aprender, para abolir la fatal ignorancia de siempre que estanca a todo ser humano, hiriendo a su tierra, como a ellos mismos toda la vida.

Dominicanos, de todas clases sociales: estudiemos, laboremos incansablemente para poder lograr que nuestra amada Patria, florezca por doquier, a través de grandes esperanzas, como la enseñanza y los valores morales, imprescindibles para hacernos valer como seres humanos laboriosos, conscientes y responsabilizados que viven para hacer el bien a ellos mismos como a sus semejantes,

A Dios que nos ayude.

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