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EN POCAS PALABRAS

La renegociación del TLCAN

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Juan Guiliani CurySanto Domingo

Dedicado al embajador Antonio Abreu Padilla, experto en integración regional.

Arrancó la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y que en inglés es conocido como Nafta. Este acuerdo entró en vigor el 1 de enero de 1994 entre Estados Unidos, México y Canadá, tres países con fronteras comunes, una al norte y otra al sur.

El TLCAN, sustituyó al tratado firmado en 1988 entre Estados Unidos y Canadá. En esa misma fecha de anunciarse con bombos y platillos el histórico convenio comercial, estalló en el sureño estado mexicano de Chiapas, una insurrección militar del llamado Ejército Zapatista, que acaparó la atención mundial.

La renegociación del TLCAN ha sido parte de la agenda de campaña del presidente, Donald J. Trump, quien desde que comenzó su camino hacia la Casa Blanca, no ha cesado en clamar su inconformidad con ese Tratado tripartito, especialmente con el vecino del sur. Trump una vez llegó a la presidencia, lanzó una advertencia a compañías automotrices norteamericanas para que abandonen México y regresen a Estados Unidos a proveer empleos para los trabajadores norteamericanos. Trump quiere un equilibrio en la relación comercial con el TLCAN. Su objetivo estratégico y político no es Canadá, con quien mantiene una relación armoniosa y no beligerante, no así cuando se refiere al desequilibrio comercial, como lo ha sido - la agria critica verbal- con México.

El volumen comercial del convenio en la frontera sur sobrepasa los 500,000 millones de dólares anuales y miles de millones de dólares en inversiones que han ido a México con el Tratado. Se estima que entre 1993 al 2015, el comercio entre los tres países se ha cuadruplicado pasando de 297,000 millones de dólares a 1.14 billones de dólares, que equivale (en términos sajones) a 10 veces esa cifra x 12. De acuerdo, a versiones de la administración republicana, lo que interesa a Trump es redefinir los temas de “reglas de origen”, factor que preocupa al inquilino de la Casa Blanca, no solamente por el comercio directo, sino con el comercio de terceros países que entran al territorio mexicano (léase China) y siguen su camino al mercado del Norte. La filosofía que subyace en la decisión de suscribir el TLCAN, se sustentó en los siguientes aspectos: Conceder el estatus de Nación Más Favorecida a las tres naciones, eliminando los obstáculos al comercio, facilitar la circulación transfronteriza de bienes y servicios, promover condiciones de competencia justa, la implementación de leyes de protección de la propiedad intelectual, el establecimiento de mecanismos ágiles y eficaces de resolución de controversias comerciales, así como constituir un marco trilateral, regional y multilateral, para mejorar los beneficios del comercio en el contexto de la globalización.

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