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Fidelismo y Chavismo en contexto

Cuando en los años 60 del siglo pasado, Fidel Castro proclamó que era Marxista-leninista y, que lo sería hasta el último día de estar vivo, se desataron los demonios en el mapa mundial de la Geopolítica. A noventa millas del territorio del “Imperialismo Yanqui”, Castro y sus padrinos Soviéticos les dieron vueltas hacia la izquierda a las manecillas del reloj de la historia. La proclama, además de un abierto desafío a los Estados Unidos, era al mismo tiempo una propuesta trascendental, que prometía transformar al mundo, desde una perspectiva Comunista y anticapitalista.

Fidel Castro copió el discurso de los Bolcheviques a favor de los trabajadores, de los pobres, de los desheredados de la fortuna, de las mujeres, de los jóvenes, de los campesinos. América Latina se lleno de guerrillas, de fuertes confrontaciones a nivel de fábricas, escuelas, universidades, campos y ciudades buscando hacer realidad ese mundo de ensueños, el símil del Jardín del Edén. Esa propuesta de un nuevo mundo penetró la psiquis de muchos, incluyendo a la poderosa Iglesia Católica, donde surgió una corriente abiertamente revolucionaria, que empuño las armas para lograr la toma del poder. Surgió igualmente una gama de intelectuales y artistas que dio apoyo ciego a la Revolución Cubana. Los estrategas Norteamericanos no sabían cómo responder al desafío. Experimentaron la vía de la represión contra todo lo que fuera progresista. Desde esa óptica crearon escuelas militares para entrenar torturadores. También crearon fondos a través de La Alianza para el Progreso, de JFKennedy pretendiendo emular el exitoso Plan Marshall, aplicado en Europa al final de la Segunda Guerra Mundial. Mientras todo eso ocurría surgía la alternativa del Socialismo Democrático, para enfrentar al totalitarismo Stalinista, y al “Capitalismo Salvaje” .

La Unión Soviética se desplomó, después de 72 años de experimento fallido y su modelo no ha podido levantar cabeza en ninguna parte del mundo. El modelo se desgranó en sus variadas corrientes ideológicas. Maoístas, Revisionista, pacifistas, idealistas, guerreristas, tercermundistas, como la de Tito en Yugoslavia, fracasaron estrepitosamente donde quiera que pretendieron revivir.

Eso que tan claramente es rechazado en todas las latitudes es lo que quiere resucitar Nicolás Maduro en Venezuela guiado por el esquema Cubano.

El Madurismo es un experimento que su mentor Hugo Chávez quiso expandir por todo el continente cuando manejó más de 800 mil millones de dólares provenientes de los altos precios del petróleo.

Con la aprobación fraudulenta de una Constituyente que viola la cacareada Constitución Bolivariana, Nicolás Maduro ha trabajado para borrar todo lo que huela a Democracia. Dijo que quería lograrlo con votos, pero que “si no se puede con votos lo hare con balas”. No hay escrúpulos en el intento. Morirán los que tengan que morir, pero eso va, proclamó.

La cuestión es que ya la mayoría de los países e instituciones globales rechazan las acciones de Maduro y han procedido a sancionar a Venezuela por la represión contra el pueblo. La duda es que con esas sanciones pasará lo mismo que ocurrió con la dictadura de Fidel Castro que ha logrado capear las tormentas y permanecer en el poder a costa del sacrificio del pueblo cubano.

Quienes así piensan olvidan que ya no existe una potencia, como era la Unión Soviética que vaya en su auxilio. China transita aunque dando traspiés hacia una economía de mercado abierto que le augura competir con los Estados Unidos y con Europa por el titulo de primera potencia.

La dictadura Chavista Madurista tiene los días contados. Anótelo.

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