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IDEANDO

Ni prudencia ni comedimiento

El espectro radiotelevisivo del país está lleno de programas y éstos de panelistas, antropólogos, analistas, sabios y todólogos que no rehúyen temas.

Si hay que hablar de literatura, dan cátedras; si se trata de historia, pronuncian una conferencia magistral; si es de política, hacen un ensayo; si el análisis es deportivo, dan una clínica al respecto. En fin, los medios de comunicación del país están llenos de doctos señores que nunca se quedan callados ni le temen a la vacuencia.

No hay prudencia ni comedimiento cuando de opinar se trata. Somos maestros del pensamiento social dominicano y de la actualidad noticiosa universal. Los medios están repletos de “sabihondos”.

La democratización de los medios ha alborotado el pensamiento. No hay límites en ningún sentido y ello nos conduce a llamarle arte a cualquier cosa, música a cualquier ruido, composición a cualquier adefesio y comunicador a cualquier hablante. Tenemos que elaborar una escala que ponga cada cosa en su lugar y sirva de norte para los diletantes como yo. Es preciso que la aristocracia del pensamiento empiece a establecer un orden que cualitativamente diferencie lo excelso de lo banal y lo torpe de lo inteligente.

Propugnamos por una recomposición que nos ayude a saber cuáles ideas valen y cuáles no. Quien piensa bien y quien es un cretino. Existe una orfandad mayúscula en el pensamiento social actual del país que mayoritariamente se expresa a través de los medios. No hay decoro. No hay elegancia en la forma y el fondo de lo que decimos y escribimos.

Actualmente asistimos a una feria de malas formas e ideas pobres. El oropel está acaparando la atención y ha aturdido a todo el mundo. La confusión no permite cualificar los discursos ni saber qué vale la pena ver, escuchar o leer. El ruido del espectáculo no permite que nos concentremos en lo que realmente vale la pena.

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